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jueves, 9 de febrero de 2012

LA IZQUIERDA QUE EL PERÚ RECLAMA

(Lima)/:Con Ollanta Humala, como en los últimos 20 años, otra vez se llega al gobierno para caminar en sentido contrario a lo que se ofreció en campaña; se abandona sin rubor el programa original para terminar aplicando el de los derrotados. Ello ha originado un amplio realineamiento de clases y político orientado a garantizar la continuidad radical del modelo y la impunidad, precisamente contra lo que votó mayoritariamente el electorado.
Nuevas alianzas y nuevo entorno, con viejos estilos para mantener el mismo “Statuo Quo” y su vieja República que ofreció cambiar. “Pragmatismo y realismo”, aplaude la vieja y cazurra derecha reaccionaria, para maquillar el rudimentario oportunismo, celebrando la mantención del relicario ultraliberal.

El premier Valdés, canceló toda ilusión de cambio y transformación; dijo que el gobierno no está para “experimentos”, ni “globos de ensayo” porque, además, los cambios “demoran mucho”. Fue la culminación de lo que, en los hechos, se venía produciendo desde el posicionamiento de los representantes del continuismo económico en el nuevo gobierno, el “Conga Va” de Ollanta Humala, la calificación de “chantaje” a toda exigencia por que cumpliera sus promesas y la barrida del Gabinete Lerner. El giro hacia el continuismo autoritario del gobierno es un hecho objetivo. La derecha coronó su estrategia atrayéndolo a su programa, cancelado no solo la propuesta de la “Gran Transformación, sino, incluso, tornando irreconocible la timorata “Hoja de Ruta”.

El sentimiento de cambio, por el creciente cuestionamiento al modelo capitalista neoliberal, por su visión antidemocrática y excluyente del “crecimiento”, el cultivo de la corrupción e impunidad y del autoritarismo como formas de hacer política y de gobernar, nuevamente ha sufrido un duro revés. Trabajamos de tiempo atrás en el marco del Nuevo Curso, por una salida capaz de agrupar a los más amplios sectores, que luchan por el cambio y la derrota del modelo neoliberal. Humala encarnó en su momento esa tendencia; abría la posibilidad de producir para nuestro país los cambios o grandes reformas que en lo político, social y económico se reclaman. A tal realidad obedeció la consigna de construir la “gran unidad para el gran cambio”, propósito al que dedicamos nuestros esfuerzos y aportes, no siempre valorados en su justa dimensión.

Nos encontramos ante un nuevo escenario donde el desconcierto, la frustración y escepticismo inicial, como el espacio creciente que va abandonando el humalismo se ha convertido en una oportunidad. Es una necesidad llenar tal vacío construyendo una firme, articulada y confiable corriente popular y programática con las más diversas expresiones de izquierda, el progresismo y del movimiento social, particularmente las surgidas en los últimos tiempos, reivindicando, inclusive, las banderas de la “Gran Transformación” hoy abandonadas.

Patria Roja es consciente que “el proceso de unidad de las izquierdas exige explorar nuevos caminos, nuevos métodos, nuevas relaciones, donde todo está por hacerse, y donde nada hay que dar por agotado. Todo esfuerzo unitario de este tipo, en el marco del Nuevo Curso, exige por un lado, considerar diferencias, pero también afinidades, por lo tanto la validez del método unidad y lucha; del otro, fundamental en nuestro caso, desarrollar con iniciativa y audacia nuestras fuerzas propias”.

Sin embargo, el proceso de construcción del espacio de izquierda “hay que dinamizarlo enfrentando no solo fenómenos y protagonistas de coyuntura, si no teniendo en cuenta tanto sus causales mucho más profundas y estructurales, como a la secuela perversa del neoliberalismo”, a su enraizamiento ideológico, a la afirmación del pragmatismo e individualismo atroz (…) que no ha hecho si no dar sustento a la tremenda fragmentación y dispersión política, social y cultural, dificultando enormemente los esfuerzos por unir a los agraviados por el neoliberalismo. Por eso hablamos, entre otros, de crisis o de enorme debilidad de la representación social y política, de los gremios, frentes y organizaciones políticas nacionales y locales, así como la irrupción, por doquier, de los más variopintos espacios, partidos, frentes y líderes de diversos calibre, duración y proyección no solo a nivel nacional, si no regional y local; la mayoría de ellos inventados para lo inmediato, realmente descartables”.

A pesar de tal constatación, hemos seguido “insistiendo en la unidad de las izquierdas recurriendo básicamente a los mismos sobrevivientes de la vieja IU de los ochenta, con los que, más allá de razones valederas, hemos sufrido serios reveses”. Se trata entonces de no seguir exclusivizando, tampoco de obviar, a tales protagonistas, si no de “explorar otra ruta: el de los nuevos protagonistas políticos, nacionales, regionales y locales, con creciente atención en las bases, a los que habrá que articular en torno a una plataforma nacional básica que les de unidad y les sirva de referente, sin abandonar la peculiaridad de sus demandas regionales y locales, menos el nombre que puedan optar en cada región”.

Las experiencias del MAS en Cajamarca, FIRMES en Moquegua y UDA en Amazonas son aleccionadoras. Existe la necesidad de sumar, a partir de la realidad, otras formas de enfocar y construir la unidad de la izquierda y el progresismo, de buscar articular a nuevas expresiones políticas regionales y locales, como a las nacionales que cuenten con una visión seria, programática y alternativa, dispuestas a explorar estos nuevos caminos de unidad y con firme vocación de victoria.

En ese objetivo, asumimos la dinámica abierta en todo el país a propósito de la experiencia de lucha del pueblo Cajamarquino y el liderazgo de Gregorio Santos, cuya presencia y predicamento está contribuyendo a crear o fortalecer esta corriente, capaz de llenar los vacíos y expectativas que se han abierto afirmando con iniciativa la alianza política del MAS con el MNI, como eje de un proceso que se acelere y amplíe de continuo. Otro tanto debe significar el empeño de relanzar la Confluencia en Lima la que bajo nuevas condiciones, debe ser una nueva ruta que afirme el encuentro inicial del MNI y el Partido, con Tierra y Libertad, Fuerza Social y Lima para todos, capaz de ensanchar su horizonte hacia otras colectividades políticas, sociales, culturales y personalidades.

Insistiremos en la ruta principista de construir la unidad teniendo en cuenta el nuevo escenario, a los nuevos actores y a los que como nosotros, han insistido siempre en ese objetivo; por supuesto que igualmente buscaremos confluir con todos los que como desde el PNP y Gana Perú consideran que el Programa de la “Gran Transformación” sigue vigente, mas allá de que el gobierno lo haya abandonado.
Por: César Barrera Bazán.

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