La semana del 6 al 12 de febrero 2012 tres hechos han concitado la mayor atención de los peruanos: la gran Marcha por el Agua, con el trasfondo de la lucha en defensa de las cabeceras de cuenca y el símbolo de ellas hoy, Conga; la captura del jefe guerrillero senderista FlorindoFlores Hala o camarada “Artemio” en el Alto Huallaga; y el comercio de los libros de texto escolares por un grupo de empresas editoriales.
El caso de la edición y comercialización de los textos escolares, a diferencia de los otros que mencionamos, es parte de un contexto permanente que puede definirse como una suerte de endemia cultural-pedagógica, pero que, manejado por una prensa hipócrita, por políticos ignorantes del hecho educativo y por altos funcionarios del Ministerio de Educación que suelen amenazar a los comerciantes de la educación para “demostrar” su preocupación por la educación de la niñez y la juventud y de los padres de familia, se ha convertido en “cruzada” por la educación.
El gran negocio de la educación en el Perú
La elaboración, edición y comercialización de textos escolares en el Perú, con más profusión en los últimos 30 años, es, apenas, un trocito del gran negocio de la educación en el Perú.
La reforma de la educación actuada por el neoliberalismo reforzó ese negocio pero amplió la cobertura del lucro con la privatización del servicio hasta lograr que la gratuidad de la educación y su carácter de derecho social y humano, casi desaparezca. El ladrón y criminal Alberto Fujimori solía responder al SUTEP, cada vez que este rechazaba sus decretos privatizadores desde 1991: “en el Perú nunca hubo educación gratuita”, tratando de justificar los mandatos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Sus sucesores, Toledo Manrique y García Pérez, asumieron el programa para reducir las responsabilidades del Estado en materia de educación, barnizado con programillas y cierta infraestructura “emblemática”, más el reparto de computadoras, toda la reforma educativa de los años 90 del siglo pasado.
No menos del 50% de los gastos en la educación pública, especialmente en la superior, corre a cuenta de los padres de familia, un sobreimpuesto obligado por la sistemática reducción del presupuesto dedicado a la educación. En la jerarquía de la educación privada se expresa también la diferencia entre los más ricos y una capa de ilusos pequeño-burgueses que “invierten” en la educación de sus hijos. Como si fuera un gran descubrimiento, se “denuncia” los cobros en miles de dólares para que un niño se matricule en ciertas escuelas de “calidad”.
El negocio del que hablamos comprende: la propiedad de las escuelas, los cobros por matrícula y otros “derechos”, la comercialización de uniformes y textos escolares por los mismos propietarios, la contratación de maestros por salarios miserables y exentos de derecho sociales, la prolongación de la jornada escolar y del propio año lectivo sin mejorar el salario magisterial. Estos mecanismos, sin embargo, que la privatización de la educación no ha generado la superación de la crisis de la educación en el Perú; más bien ha profundizado el caos curricular y axiológico en nuestra educación, subsumida ya en ese pozo de la anomia moral en se desenvuelve la vida económica, comunicacional, social y política del país, sintetizada como corrupción.
El resultado de este proceso es la generación de empresarios “educativos” que en poco tiempo han ampliado sus actividades (negocios), especialmente en el campo de la educación superior.
Pero volviendo a los libros que se venden como textos escolares, el negocio involucra a directores y maestros, no porque estos tengan una concepción crematística de la educación, sino porque es la oportunidad de agregar a sus magros salarios unos ingresos anuales más que, en el mejor de los casos, no pasan de 1000 soles para quienes aceptan las ofertas de los propietarios de las editoriales dedicadas a este negocio. Por supuesto que no todos los maestros ni directores suelen caer en el remolino del negocio educativo.
Entre la demagogia y la solución del problema de los textos escolares
Son tantas las ganancias que genera la producción y comercialización de textos escolares en el Perú que los propietarios del negocio, ante la bulla generada y el peligro de ser sancionados, están ofreciendo una rebajo de hasta 40% del precio de sus textos. Seguramente los que han levantado la polvareda de los libros de texto se pondrán contentos por el resultado de su faena “a favor de los padres de familia”.
Los demagogos del Congreso creen que con la modificación de la ley correspondiente y las sanciones que establecen resolverán el problema.
Los demagogos del Ministerio de Educación también han salido a explicar cómo seguir usando y reusando los textos escolares, lo que implica un nuevo formato de redacción, quitando de los textos las partes que el estudiante debe “llenar” con sus respuestas, conocida maña para volver a un texto en descartable. ¿Por qué no hicieron esta poda hace 5, 10 o 30 años, o por qué autorizaron la producción de textos escolares con ese formato?
Hasta un ejecutivo de la editorial Santillana ha salido a “enseñar” cómo debe ser un texto escolar, como si los suyos fueran excelentes libros, pretendiendo confundir negocios con pedagogía. Y la Cámara Peruana del Libro también pretende sacar el cuerpo “denunciado” a las editoriales que no están afiladas a esa entidad, cuando no se trata aquí de afiliación o no, sino de la intromisión de un negocio en las aulas escolares, vengan de donde vengan los textos escolares.
No podría extrañarnos que, en lo inmediato, gobierno y editoriales llegarán a un “consenso” para encontrar la solución, de tal manera que los textos escolares sigan en el mercado, seguramente con precios más bajos, con formatos determinados y bajo la “libertad” de los padres de familia para comprarlos o no. ¿Y quién recomendará los padres de familia cuál es el mejor texto para su hijo? ¿El Director de escuela o el profesor de aula o de materia de estudios? ¿O el Ministerio de Educación? ¿O las técnicas del marketing? ¿O el Comité que se forme para ese menester? En cualquier caso el negocio continuará en aras de la “libertad de elegir” de los gurúes del neoliberalismo.
La necesidad de los textos escolares
Para los estudiantes los textos escolares son imprescindibles para reforzar los conocimientos que el maestro está obligado a ofrecer sistemática y dosificadamente, pero al mismo tiempo, para que ellos, individual y colectivamente, puedan descubrir dichos conocimiento de acuerdo con las recomendaciones del profesor.
Para que un texto escolar sea útil pedagógicamente debe estar sometido a ciertos requisitos: a) contenido científico, lo que solo será posible si ha sido elaborado por investigadores en la materia correspondiente y no por quienes simplemente copian y pegan de otros libros, como ocurre actualmente; b) redacción correcta, sin faltas ortográficas y sintácticas, diferente a lo que viene ocurriendo; c) presentación sobria del contenido principal y sus ilustraciones, de tal manera que lo colorido no opaque el significado; d) información suficiente para la edad de los estudiantes y el nivel y grado de estudios, ni muy limitado al programa ni muy ampuloso.
Al respecto, son memorables los textos preparados por el Dr. Puccinelli sobre literatura, Filosofía y Lógica por los Dres. Francismo Miró Quesada Cantuarias y Augusto Salazar Bondy, Filosofía y Psicología por el Dr. Wálter Peñaloza Ramella, Historia Universal por el Dr. Alfredo Rebaza Acosta, Historia del Perú por el Dr. Pablo Macera y por Gustavo Pons Musso, para mencionar solo algunos que más han sobresalido en el campo de las ciencias humanas y sociales.
Pero ningún texto escolar puede suplir a un profesor, su preparación académica y su permanente revisión de los conocimientos especializados y de la cultura en desarrollo permanente. Para los profesores deben existir libros de consulta de suficiente solvencia científica. En Costa Rica y en México los gobiernos entregan gratuitamente textos de consulta para que los maestros enriquezcan su información en el proceso de la preparación de sus clases. En Cuba, bueno es decirlo, todos los estudiantes tienen material de consulta gratuitamente, pues nadie lucra, en ese país, con la educación.
El problema solo se solucionará cuando el Ministerio de Educación encomiende a personas idóneas, académicamente hablando, la preparación de los textos escolares para su distribución gratuita en todas las escuelas de Perú. Pero no como lo vienen haciendo los últimos gobiernos, con redacciones lamentables y negocios de por medio.
Toda la “discusión” armada y las “soluciones” propuestas en estos días son medidas que nada tienen que ver con la pedagogía.
Miembro de la Red SEPA, ex Secretario General del SUTEP
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