Vistas de página en total

lunes, 22 de junio de 2020

PERÚ: " La mascarilla de la CONFIEP"


Debo confesar que, inicialmente, no tomé muy en serio aquello del Coronavirus. Incluso hice bromas con mis amigos. Les dije que cuando llegara el coronavirus a nuestras costas, podríamos valernos de algunas de las ostentosas bandas que pululan por estos lares –“Los Raqueteros de los Olivos”, “Los Trapaceros del Agustino” o “Los Malditos de Castilla”, para que lo asalten, y le roben la Corona. Quedará así como un virus común y silvestre, sin amparo alguno.
Después, llegué a la misma conclusión que un ingenioso amigo de la red que pensó que en la Pandemia, los pobres pretenderían asaltar y robar a su antojo, pero finalmente descubrió que no eran los pobres, sino los ricos los que obraban de ese modo.
Esto último, viene a cuento cuando hablamos de la mascarilla de la CONFIEP, ésta que estrenó María Isabel León, la Presidenta del gremio, al conversar recientemente con el Presidente Vizcarra: una bandera peruana.
Ella usó ese barbijo, destinado a protegerse del virus, en un doble sentido dialéctico: Para endulzar su mensaje, y para encubrir sus intenciones. También podría decirse que la banderita le tapó la boca, para que no siguiera mintiendo.
Porque, en realidad, la lideresa de los empresarios quiso presentar la “voluntad patriótica” de sus colegas para alcanzar, a cambio de ella, nuevas concesiones del gobierno actual, como si no le hubiera sacado ya el santo y la limosna.
El país entero podría quedar literalmente boquiabierta si tuviera conciencia real de lo que se han llevado los empresarios en estos meses de Pandemia. No solamente que no han perdido nada -eso que están “al borde de la quiebra”, es una mentira más grande que el Himalaya- sino que, además, han ganado luego de lograr que el Estado les otorgue “reparaciones”.
Por lo pronto, en el Programa Reactiva Perú le arrancaron 61 mil millones de soles; pero luego se llevaron mucho más, infringiendo cuantiosos daños al país. A ello le sumaron el 35% de la planilla que el Estado les aportó para que no despidieran trabajadores, y hasta la “suspensión perfecta” –heredada del fujimorismo- entusiastamente aplicada en perjuicio de más de 300 mil trabajadores que ya quedaron en la calle, y sin derecho a pataleo.
Hoy se sabe que 14 empresas investigadas por Lava Jato y los Pánama Papers se beneficiaron con 52 millones de soles; que Carlos Rodríguez Pastor – quizá el hombre más rico del Perú- obtuvo 191 millones de soles; que el diario “El Comercio” logró un “aporte” de casi 40 millones de soles para “encarar su crisis”, sin que dejara por eso de despedir periodistas y trabajadores; que la empresa Linde Gas Perú –llamada también AGA GAS- obtuvo cinco millones 860 mil soles, a través del Banco de Crédito del Perú.
Otros 17 mil millones, fueron a parar a Intercorp y Belcorp, grupos financieros que lograron que sus empresas obtuvieran cada una 10 millones de soles. Y, por si fuera poco, las Clínicas Privadas -esas que hicieron pingues ganancias cobrando por pruebas otorgadas gratuitamente por el Estado y tratamiento de COVID- también se llevaron “la suya”; y lo mismo ocurrió con las Mineras, que no pararon nunca, y que hoy registran más de 700 obreros contagiados por el Virus, a más de ingentes ganancias.
El MEF anuncio con bombos y platillos, haber entregado “a préstamo” 24 mil millones de soles para la “recuperación de las empresas”. El 71% de ese monto fue para las grandes; el 20%, para las pequeñas; el 4% para las medianas y solo el 3% para las micro empresas. ¿Quién se comió aquí la parte del León?.
La ministra de economía subrayó con innegable candor que no se trataba –en el caso-de una donación, sino apenas de un préstamo. Pero dijo, para que no cupiera duda, que si las empresas no honrasen la deuda, ella sería pagada con el dinero de todos los peruanos.
Recientemente, y no sin asombro, el New York Time se preguntaba por qué el Perú tuvo malos resultados en su estrategia contra el COVID si ella fue la misma que se aplicó en otras partes con mejor suerte. Del análisis –y de la propia realidad- fluyen tres razones: la notable pobreza de la población; el desastre del sistema sanitario y la corrupción que corroe las bases mismas de la sociedad peruana.
La pobreza en un país donde el 72% de la PEA no tiene un puesto de trabajo; el 38% carece de agua y otros elementales servicios; y el 60% de la niñez vive desnutrida. El sistema sanitario colapsado desde el inicio de la crisis. Y la corrupción, que alcanzara su cenit bajo la dictadura fujimorista, se proyecta alevosamente en nuestro tiempo.
A eso habría que añadir, sin duda, la extrema voracidad de los poderosos, y la incoherencia de la política oficial que no atina a percibir la realidad, ni a darse cuenta de las verdaderas necesidades de nuestro pueblo.
El Neoliberalismo está en la base de la tragedia nacional. A él, se le pueden atribuir todos los muertos y contagiados, desde marzo a la fecha. Operó con un bisturí envilecido: La Constitución del 93. Y cabalgó sobre el lomo de un caballo errático que no descubrió nunca cuál era la ruta. Encandilado por las sirenas que tentaron sin suerte a Ulises, Martín Vizcarra cayó en las redes de la CONFIEP, seducido por una mascarilla pintada. (fin)
Por Gustavo Espinoza Montesinos.

miércoles, 17 de junio de 2020

¿Adiós a las memorias USB y bienvenida la nube?


Los expertos recomiendan usar la nube para un teletrabajo más eficiente.
En los lugares donde la conectividad no es muy alta, la memoria USB y los discos externos seguirán siendo útiles
La memoria USB (Universal Serial Bus) es quizá uno de los dispositivos modernos que más hemos usado. Lleva casi 20 años sacándonos de apuros desde que desterró a los disquetes. Los hemos visto en cientos de formas y colores. Pero ahora que el confinamiento nos ha forzado a hacer una acelerada actualización digital en nuestra vida laboral y personal, nos preguntamos si este pequeño aliado perderá fuerza o desaparecerá tras la pandemia del coronavirus.
Detrás de la amenaza de su fin, está el almacenamiento en la nube, donde las omnipresentes Google y Microsoft van ganando terreno al ofrecer un servicio con espacio “infinito” -como un mega disco duro, pero en la internet- que es el articulador de una plataforma donde convergen: el correo electrónico, los documentos de office, las presentaciones tipo PPTs, los programas de videoconferencia, el calendario de actividades, el traductor, el archivo de fotos, entre otras herramientas digitales necesarias en la vida digital actual.
Así, el almacenamiento de información en estos servicios (como el Drive de Google o OneDrive de Microsoft), nos permite compartir archivos o hacer uso simultáneo de esas herramientas con quien queramos en cualquier parte del mundo, con apenas unos cuantos clics. 
La otra ventaja de la nube, es que todo este bufé digital es gratuito hasta 15 GB, salvo que se requiera una mayor capacidad. En tal caso, el costo es razonable, unos 100 GB por S/ 65 anuales ó 200 GB por S/ 99 anuales, por ejemplo. 
En diálogo con la agencia Andina, Ernesto Cuadros-Vargas, fundador y expresidente de la Sociedad Peruana de Computación, explica que en estos tiempos de teletrabajo ya no es necesario enviar un archivo adjunto a un email. “Debería estar prohibido”, porque hace más lenta la conexión y la capacidad del envío es limitada, agrega. 
“Si se comparte un archivo desde los servicios en la nube, el receptor de la información puede no solo abrirlo de inmediato, sino hacer correcciones o comentarios, lo cual facilita mucho el trabajo en equipo”, opina. 
Sin embargo, pese a estos beneficios ¿cuántos peruanos podemos acceder a esta nueva forma de trabajar o estudiar, que en muchos países ha sido vital para evitar un impacto aún más negativo de la pandemia? 
Para Genghis Ríos Kruger, director de Transformación Digital del Departamento de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), el tema es claro: si no contamos con una buena conectividad, estos avances solo harán más grande la brecha digital y, por ende, la educación y las oportunidades laborales, sostiene.
“A raíz de la pandemia, en la PUCP tuvimos que crear un fondo y otorgamos módems a los alumnos y maestros que no tenían una buena conexión a internet en casa para que así puedan llevar las clases virtuales. Si eso sucede en Lima, imaginemos qué pasa en otras regiones”, señala el ingeniero electrónico a la agencia Andina.  
Cuadros-Vargas también considera que en los lugares donde la conectividad no es muy alta, la memoria USB y los discos externos seguirán siendo útiles. Finalmente, aunque no nos demos cuenta, esta tecnología ha ido evolucionando.
 “Las memorias USB de ahora no solo tienen más capacidad, sino que se pueden retirar mucho más rápido porque procesan la información de manera más veloz que las primeras”, detalla. 
 La opción intermedia: la memoria portátil USB-C 
Por otro lado, hay un elemento que de cierta forma asegura la vigencia de las memorias portátiles, mientras vayamos avanzando en conectividad. Se trata del conector USB-C, que si bien ha generado críticas porque no es precisamente lo estándar que se esperaba, tiene entre sus ventajas la multifuncionalidad y su diseño reversible, además de su mayor capacidad de almacenamiento y velocidad en la transmisión de información. 
Por ello, este micro conector ha sido adoptado por la mayoría de computadoras personales y portátiles, teléfonos inteligentes, tablets, entre otros dispositivos o gadgets. Entonces, los expertos coinciden en que la subsistencia de la memoria portátil en los siguientes años será con el conector USB-C. 
El futuro de la nube  
El almacenamiento en la nube es solo una parte de la tecnología conocida como Cloud Computing, que incluye servicios de cómputo, análisis de datos, videojuegos, Internet de las Cosas, machine learning, entre otros, donde, sin duda, Amazon lidera las ventas corporativas y transnacionales. Genghis Ríos asegura que cuando el uso del Cloud Computing sea mayor, ya no importará la potencia de las computadoras porque el “hardware y el software se ejecutarán desde la nube”. 
Pero si de almacenamiento de información para uso personal, académico o laboral hablamos, el servicio más conocido en esta parte del mundo es Drive de Google, que ya tiene más de diez años con esta propuesta a la que no todos hemos sacado mucho provecho. A su vez, Microsoft se ha puesto las pilas para ofrecer su OneDrive, dentro de una plataforma bastante amigable.
Ríos Kruger considera que el almacenamiento en la nube de estos servidores, en modo gratuito o de pago, deberían ser seguros. “Esta información no puede borrarse, además, ofrecen hasta quinces versiones como copias de seguridad. Si a un alumno se le pierde la laptop, no debería preocuparse por el avance de su tesis, si la tiene guardada en estos servicios”, subraya. 
Aunque la memoria en la nube es bastante intuitiva, es probable que al inicio cometamos errores al usarla, pero "es el momento de adaptarse", dice Cuadros-Vargas.
Recomendaciones para almacenar información en la nube
Internet no se libra de la delincuencia, cada vez los ciberataques piratas o hackers son más agudos. Por ello, los expertos ofrecen las siguientes recomendaciones:
Tomar en cuenta con quién se comparte la información: si es con un público abierto o un determinado grupo de personas. El sistema ofrece alternativas. 

Configurar la forma en que se quiere compartir un archivo: si el receptor solo puede leer la información compartida o si también puede editarla o comentar. 
Si se comparte información con un público amplio, es mejor usar una dirección URL (link) acortada del archivo que se quiere compartir, lo cual puede hacerse a través de programas gratuitos, como Ow.ly o Bitly. Si se comparte un archivo de manera directa, en las otras computadoras podría haber un virus que capture nuestra contraseña. 
Las otras recomendaciones son generales para cualquier servicio en internet: Usar una contraseña segura (más de ocho caracteres, que combine letras mayúsculas y minúsculas, además de dígitos), tener siempre actualizado el programa antivirus y no abrir mensajes sospechosos.
Revisa más noticias sobre ciencia, la tecnología y la innovación en la Agencia Andina.
Por Yvonne Vásquez

domingo, 14 de junio de 2020

Luis G. Lumbreras: “Esta pandemia es una lección impresionante de historia y de la manera cómo hemos construido un país”


Es arqueólogo, antropólogo, educador e historiador, pero pocos días antes de la cuarentena se graduó de oráculo al presagiar, en una entrevista publicada en La República, ese abismo que separa al Estado peruano de la realidad de nuestro país. Una brecha que se agigantó en estos días de confinamiento: “Estamos funcionando con un Estado que no tiene nada que ver con nosotros. Somos un país con regiones muy diferentes, tenemos un sistema de vida en donde ser arequipeño es distinto a ser huancaíno o piurano. Pero actuamos como si todos fuésemos exactamente iguales y gobernamos con ese error de creer que todos somos iguales. ¡Mentira! No es cierto”, fue lo que dijo. La mortandad registrada en Iquitos, Lima, Lambayeque o Piura, en comparación con las regiones del sur altoandino, le dio la razón. Así como la incapacidad estatal por solucionar o entender el éxodo de ciudadanos que pugnaban por retornar a su tierra.
Esta pandemia reveló que tenemos un Estado fallido que desconoce la realidad nacional. ¿Por qué no funciona el Estado?
El Estado peruano falló desde su nacimiento. No corresponde a las condiciones sociales sobre las cuales se ha implantado. Esto fue advertido por Monteagudo y por San Martín en su momento. Ellos consideraban que no estaban en condiciones de establecer un Estado con una representación válida de los diversos sectores sociales que había en el Perú. Y consideraban que lo deseable era algo así como una monarquía constitucional. A lo largo de la República nosotros hemos reproducido, en la práctica, ese esquema. El Congreso siempre ha tenido una actitud muy poco efectiva. Casi siempre hemos sido gobernados por el Ejecutivo. Incluso en los llamados “golpe de Estado”, estas llamadas “revoluciones” por militares que asumían el control político del Estado como una especie de monarca de carácter militar. El eje básico del mando reproducía el mando del Ejército. Eso daba la razón a los opositores al esquema bolivariano, que introdujo aquí el modelo parlamentario. El problema es que en el Congreso solo está representado una parte básica del Perú.
Los recientes fenómenos de El Niño y otros desastres indujeron a nuevas investigaciones para historiadores y arqueólogos. ¿Esta pandemia influirá en una revisión de nuestra historia?
Ya está influyendo. Un desastre y una crisis de este tipo influyen en la generación de una serie de mecanismos para salir de esta crisis y poder reconstruir lo que nosotros pensábamos que estaba bien. Esa reconstrucción pasa por el clímax que se produce durante la crisis y en consecuencia cambia: trata de amoldar las cosas a la crisis y trata de corregir todo lo que la crisis ha mostrado que está mal. Eso es lo que pasó, esto es lo que está pasando.
¿Qué hemos aprendido con esta pandemia y esta cuarentena?
Esta pandemia es una lección impresionante de historia, de sociología y de la manera cómo hemos construido un país que tiene muchísimas dificultades para caminar. Esta cuarentena la tomamos un poco a la broma, pero es muy seria. Vamos a tener que adaptar la economía a estas nuevas condiciones. Vamos a tener que adaptar los mecanismos de intercambio en los mercados. Vamos a tener que cambiar la forma que tenemos al acudir a los servicios públicos. En fin, vamos a tener que cambiar. Y obviamente ese tener que cambiar va a generar nuevas costumbres.
¿Existen precedentes?
En el siglo VI de nuestra era, aproximadamente, se produjo una crisis ambiental posiblemente muy similar a la actual crisis. Esta crisis, que debe haber tenido períodos de friaje muy duros, debe haber cambiado el régimen de lluvias, el régimen de temperaturas, etc. Es una crisis que cambió el Perú enteramente. No porque influye en las personas sino porque las personas tuvieron que capturar los datos de esa crisis para reconstruir su propia existencia. Eso es lo que ocurrió, eso es lo que creo va a ocurrir, eso es lo que está ocurriendo. Algo similar ocurrió hace mil años, hace dos mil años, hace diez mil años. Y tenemos pruebas arqueológicas de que este no es el primer ni el único desastre que hemos tenido que resolver.
Estas enormes diferencias provocadas por la pandemia en las regiones ¿son una prueba de que el Estado ignora nuestra variedad regional?
Hay varios factores. Uno, en lugares donde la pandemia ha sido más fuerte son aquellas regiones donde hay mayor concentración urbana. También está el factor altitud que puede haber contribuido a detener los contagios.
Al comienzo pronosticaron que Cusco sería uno de los epicentros de la pandemia por la presencia de miles de turistas, pero hoy vemos que la pandemia siempre estuvo controlada.
Sí, en Ecuador fue igual. Guayaquil concentró toda la pandemia. Una de las cosas que no estamos tomando en cuenta es que la regionalidad es un factor que debe estar presente en todo, en educación, en salud, en todos los campos. Hay diferencias estructurales en cada una de las regiones. Para mí no es casual que ahora se hable de nor-Perú y sur-Perú, un poco lo que ocurrió a comienzos de la República y en toda la historia peruana en general. De modo que hay que tener presente la regionalidad y sus diversas variantes internas.
La entrega de bonos reveló que el Estado no conoce dónde viven y cómo ubicar a los peruanos.
Eso es total. Es algo que se arrastra con el Estado mismo. Nosotros hemos crecido dentro de una versión colonial del Estado. Nosotros nos consideramos peruanos, pero a los “otros” no los consideramos como tal. Es un olvido que afecta a la población peruana llamada “informal”, a todos los que viven en la marginalidad, a todos los que migraron hacia las ciudades a partir de la década del 60 en adelante.
Igual sucedió con la “sorpresa” del Estado cuando aparecieron miles de ciudadanos pugnando por retornar a su tierra.
Esa es la misma gente, Roberto, que festeja en Lima casi todas las fechas de su calendario festivo. Son los que tienen sus clubes provinciales, son los que conservan su música, su poesía, su comida y la reproducen aquí lo mejor que pueden. Obviamente ellos retornan cuando pueden. “El provinciano” es una canción que reproduce eso y en cada región existe una canción que evoca el retorno. De modo que una reacción de ese tipo es mucho más restringida de lo que imaginamos. Si yo hubiera imaginado esta situación hubiera pensado en migraciones masivas mayores. Solo que ahora muchos dejaron por años sus propiedades, las vendieron, las regalaron. Ya no tienen a dónde volver. Incluso muchos ya no tienen ni siquiera familiares allá.
Pero siempre existió una movilización de gente que se va trasladando de las ciudades costeras a la sierra y, si la cosa no va bien, bajan a la selva o vuelven a la ciudad.
No tomamos conciencia. Tan es así que nuestras representaciones en el Congreso son espurias si no están asociadas directamente a su realidad concreta. Los sectores mayoritarios de nuestras provincias no tienen cómo venir y se quedan allá. Los que vienen forman estos grupos marginales que son los que ahora están reclamando la atención del Estado, un Estado que nunca los tomó en cuenta.
Esta pandemia también nos recordó que en la Historia del Perú existieron graves epidemias que cambiaron al país. ¿Debemos reescribir la historia del Perú?
Yo creo que la historia del Perú se tendrá que reescribir con un fundamento local. Nuestra historia ha sido escrita en función de los que llegaron. Nuestra historia comienza con las guerras civiles entre españoles, los líos entre Almagro y Pizarro. Luego viene la historia de los virreyes, luego la independencia... Se olvidaron de todas las poblaciones étnicamente poderosas como las de Chimú, Chancay, Chincha, Ica, etc. Se olvidaron, pero siguieron existiendo. Qué se yo. Los chancas, por ejemplo, hasta ahora siguen hablando quechua, cambiaron su organización, adaptaron sus costumbres a las necesidades del momento, pero siguieron existiendo. No han muerto, pero fueron excluidos de la historia.
Fuera de la historia oficial.
Es que esa historia la hemos escritos “nosotros”: los peruanos que no reconocemos a los otros sino a “nosotros” mismos como peruanos. Los que escribimos la primera Constitución y expulsamos del país a los quechuahablantes y otras etnias que subsisten debajo del telón que nos hemos puesto para separarnos de ellos. “Ellos” son los distintos. Nosotros no nos consideramos indios. Nos da mucha vergüenza que nos identifiquen con ellos.
¿Esta pandemia demuestra que el Estado peruano necesita un Pachacuti?
O un Pachacuti o un Che Guevara: lo primero que transformaron en Cuba fue la salud y la educación y ahora se dan el lujo de “exportar” médicos. Nosotros hacemos exactamente lo contrario. Hemos dejado de lado tanto el espacio de cultura, salud y educación que son los espacios sociales y de servicios. Esta pandemia tiene la virtud de habernos desnudado como país, nos ha quitado la ropa que teníamos para escondernos y nos está mostrando las cosas tremendas que hay en nuestra realidad concreta.
No hay mucho que celebrar para el 2021 y el Bicentenario.
No, claro que no, y eso que estamos en una etapa históricamente sustantiva. Yo estoy asustado, Roberto, porque en estos finales de mi vida -ya estoy en 84 años he visto bastante a lo largo de mi vida acá y la verdad es que nunca he visto una crisis tan violenta como esta que estamos pasando. Y lo digo no solo como persona natural, sino también como historiador. Creo que he recorrido la historia del Perú, la conozco desde hace diez mil años y la verdad es que esta crisis solo me recuerda, en sus términos brutales, en sus formas, a lo que ocurrió en el tránsito de la Colonia a la República. O del Tawantinsuyo a la Colonia. Son crisis muy fuertes que no afectan solamente lo que la gente necesita en su momento, afectan hasta adentro, va más allá del estómago y eso es realmente terrible porque tienen que cambiar -y ya están cambiando- muchas cosas que pensábamos de nosotros mismos. Es obvio que no vamos a ser los mismos. De aquí a cien días vamos a ser diferentes, querámoslo o no. Pero que van a cambiar las cosas, van a cambiar, y ya está ocurriendo. Y lamentablemente el sector pudiente de este país no entiende dónde está viviendo y eso va a generar formas de conflicto a las que les tengo miedo.
Redacción :Roberto Ochoa


sábado, 13 de junio de 2020

Tecnología 5G: seis preguntas y respuestas para evitar la desinformación


Especialistas hablan sobre los mitos y verdades de las antenas de telecomunicaciones y el 5G que tanto se han propagado en redes sociales.
La tecnología 5G y su uso está en boca de miles de personas últimamente y no por las razones que debería.
En las últimas semanas se han registrado incidentes por parte de la población, manifestándose abiertamente en contra de este sistema. El más reciente sucedió en Huancavelica, donde un grupo de comuneros secuestró a unos ingenieros que daban mantenimiento a una antena de telecomunicaciones por temor a que estuvieran instalando una antena 5G para ‘esparcir’ el nuevo coronavirus.
 Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto ? ¿Es verdad que el 5G es tan dañino como lo afirman en las redes sociales? En esta nota, diversos especialistas de la materia explicarán qué es el 5G, la importancia de las antenas y por qué la gente debería dejar de tenerle miedo a esta tecnología.
El 5G todavía no está operativo en el Perú. Foto: David Huamaní/La República

 1.    ¿Qué es el 5G y para qué sirve?
La República conversó con José Aguilar, director general de Políticas y Regulación en Comunicaciones del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC), quien explicó que el 5G no es más que una forma de referirse a la quinta generación de un sistema que permite hacer más rápido al internet.
“Es una evolución de la tecnología móvil. Es la tecnología que va a permitir que todo se use de una forma más rápida”, afirmó.

2.    ¿Qué ventajas tiene el 5G?
El representante del MTC manifestó que la principal ventaja de la red 5G será poder transmitir datos hasta 10 veces más rápido que la 4G.
En palabras del gerente general de la Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN), Juan Pacheco, con el 5G se podrán realizar con mucha mayor eficiencia labores a distancia como la teleeducación o la telemedicina, casi en tiempo real. Asimismo, la subida y descarga de películas, música, documentos, y demás archivos se podrán hacer de un modo mucho más ágil que el actual.
Las antenas emiten baja radiación y permiten asegurar la cobertura telefónica y de Internet. Foto: David Huamaní/La República

3.    ¿Cuándo llegará el 5G al Perú?
En el Perú todavía no existe la tecnología 5G. Según indicó Aguilar, el MTC todavía no tiene una fecha definida para la licitación de este servicio, pero afirmó que “vienen trabajando en sentar las bases para que el próximo Gobierno lance la buena pro”.
Por lo pronto, en el Perú solo existen las tecnologías 2G, 3G y 4G. De las cuales, la última (4G) es la que tiene una mayor cantidad de antenas instaladas, con 26.106 contabilizadas hasta el 2019.

4.    ¿Qué daño hace el 5G y las antenas?
La Organización Mundial de la Salud (OMS), mediante un estudio realizado en 2006 sobre tecnologías inalámbricas, concluyó que no hay ninguna prueba científica convincente de que las ondas electromagnéticas de las antenas de telecomunicaciones (tanto de 3G, 4G o 5G) produzcan efectos adversos en la salud.
¿La razón principal para afirmar ello? Existen dos tipos de radiación: la ionizante (potencialmente dañina) y la no ionizante, que es la que emite este tipo de artefactos.
Tanto Pacheco como Aguilar coincidieron en afirmar que la tecnología 5G no implica ninguna desventaja ni daño al ser humano. Resaltaron que el nivel de radiación de las antenas de telefonía e Internet no exceden ni el 1 % (0.16 %) de los límites máximos establecidos en el Perú. Y para que estas ondas sean nocivas para el ser humano, se requiere que ese alcance supere el 100 %.
Vecinos de Pueblo Libre protestaron contra la instalación de antenas de telecomunicaciones. Foto: Laura Gamero/La República

5.    ¿Cómo funcionan las antenas?
Las antenas de telecomunicaciones trabajan a una baja potencia y funcionan como pequeños transmisores de señal (móvil e inalámbrica), cubriendo un espacio pequeño de territorio.
Para garantizar la continuidad de la comunicación de los aparatos que necesitan estas señales, se requieren varias antenas, así la red celular y de Internet no se ven afectadas ni interrumpidas.
Gracias a las antenas, en las ciudades urbanas y rurales se pueden realizar llamadas telefónicas, conexiones a Internet al aire libre y en interiores. Además, permite la realización de distintas tareas como la educación a distancia, el teletrabajo o la telemedicina.
Por lo tanto, a mayor densidad de personas y mayor distancia entre una localidad y otra, se necesitan más antenas para asegurar el funcionamiento de las redes.
Las antenas de telecomunicaciones nos permiten tener un Perú conectado. Llevan internet y telefonía a todas las regiones del país.

6.    ¿La gente debería tenerle miedo al 5G?
Absolutamente no. Las personas conviven desde hace muchos años con aparatos tecnológicos como el teléfono celular, la televisión o el horno microondas, los cuales emiten una radiación permitida para el uso doméstico.
La puesta en marcha de herramientas como el 5G y las antenas de telecomunicaciones son solo un mecanismo para facilitar el uso de los dispositivos que requieran conectarse a una red telefónica o de Internet. Y eso, lejos de ser algo negativo, es muy positivo para todos.
El líder de AFIN enfatizó que estas tecnologías son “una opción de oro para cerrar las brechas sociales. (...) La tecnología permite ese acercamiento a la igualdad de oportunidades y a la ciudadanía, lo importante es tenerla y saber qué hacer con ella”.
Perú tiene un déficit de antenas para asegurar la conectividad de telefonía e Internet. 

DATOS EXTRA:
- El Ministerio de Transportes y Comunicaciones afirmó que todos los años realiza mediciones de las ondas electromagnéticas que emiten las antenas de todo el país, a fin de verificar y garantizar su incapacidad para hacer daño.
- El sitio web Más antenas Perú comparó la cantidad de antenas por persona en algunas ciudades con densidad poblacional similar. Lima y Callao tienen instalada una antena por cada 3.462 habitantes, mientras que Santiago de Chile tiene una antena por cada 860 personas. En el mejor de los casos está Tokio, que tiene una antena por cada 99 habitantes.
- Según AFIN, el Perú tiene un déficit de más de 30.000 antenas para asegurar el debido acceso a internet y las telecomunicaciones en todo el territorio nacional.
Por Jose De Paz Pickman





martes, 9 de junio de 2020

“Salud, educación y trabajo”


Los pobres de la ciudad y el campo son los más golpeados por la crisis: según el IEP, el 78% de peruanos ha sido afectado en su alimentación; en los niveles socioeconómicos D/E el 87% ha tenido menos comida, un 85% perdió calidad en sus alimentos y un 55% no tuvo qué comer en algún momento. Además, más de 2 millones de agricultores aún no reciben ayuda económica, poniéndose en peligro la próxima campaña agrícola, afectando así la seguridad alimentaria de nuestro país.
A nivel nacional el 12% carece del servicio de agua y el 28% lo tiene solo por horas; exponiéndose a millones de compatriotas a contraer más fácilmente el coronavirus dadas las limitaciones para lavarse las manos con agua y jabón, siendo prioritario garantizar la alimentación y la salud pública y combatir también el dengue, la anemia y la desnutrición.
Resulta esencial avanzar en la reconstrucción del sistema de salud pública, sin someterse a los intereses de monopolios/oligopolios privados (boticas, oxígeno medicinal, clínicas, etc.); facilitado porque organismos como SUSALUD e INDECOPI, al igual que OSIPTEL (telefonía) y OSINERGMIN (energía) están pintados en la pared, callando en momentos decisivos y sirviendo a los intereses de la KONFIEP. Lo ocurrido en las clínicas privadas (conocidas por sacar “un ojo de la cara”) linda con lo delincuencial y el Gobierno con ellas no se mete sino se somete: deben ser sancionadas y devolver el dinero que no debieron cobrar.
El estudio efectuado por el IEP constata que el 31% (sectores D/E y el campo) no tiene acceso a Internet, excluyéndosele de la educación virtual y el teletrabajo, acentuando la desigualdad; motivo por el cual urge invertir en fibra óptica y en el acceso a las TICs; considerando que lo digital es cada vez más importante.
Asimismo, el Gobierno debe tomar la decisión de entregar un Ingreso Básico Universal durante un periodo mínimo de tres meses; y cambiar la prioridad del Programa “Reactiva Perú”, enfatizando en la micro y pequeña empresa, contribuyendo a reactivar la economía con trabajo para la gente. Simultáneamente, persistir en la lucha anticorrupción, con participación y vigilancia ciudadana. Así haremos Patria, que es opuesto al entreguismo.
Recordemos, con Eduardo Galeano: “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”. ¡Atrevámonos!
Por Roberto Rodríguez Rabanal

miércoles, 3 de junio de 2020

PRONUNCIAMIENTO POR UN PERÚ CON CIENCIA

Estimado colega:
Desde hace dos meses, un grupo de participantes del Encuentro Científico Internacional se ha venido reuniendo para tratar el tema COVID 19. En el curso de las reuniones surgió la idea del siguiente pronunciamiento público, que ponemos a tu consideración.


Atentamente
Modesto Montoya
Coordinador ECI


Pronunciamiento
La intensidad con la que el Perú está sufriendo la pandemia covid 19, es consecuencia de las políticas de desdén por la educación, la ciencia y la tecnología, expresadas en la reducción de la inversión en esos sectores estratégicos, a partir de los años 80. Desde entonces, numerosos científicos emigraron a países industrializados.

Con el objetivo de promover la colaboración entre científicos e ingenieros peruanos residentes en el mundo en proyectos relacionados con el Perú, el año 1993 se creó el Encuentro Científico Internacional (ECI).

Paralelamente a la importante colaboración científica que se iba estableciendo, en cada edición del ECI se demandaba políticas para promover la educación, la ciencia, y la innovación tecnológica.
Sin embargo, los gobiernos hicieron caso omiso a los planteamientos de los científicos. El Estado cesó de satisfacer la creciente demanda educativa nacional y dejó a su suerte a los institutos estatales de investigación, reduciendo sus respectivos presupuestos y manteniéndolos desarticulados y dispersos en diversos sectores.

Como consecuencia del desinterés del Estado por la ciencia y tecnología, cada año, el Perú ha ido perdiendo posiciones en la tabla de publicaciones científicas. Hoy está en séptimo lugar en América del Sur, detrás de países vecinos.
Estamos convencidos de que:

• La educación es la mayor garantía para disminuir las desigualdades económicas entre los ciudadanos y para alcanzar una democracia plena.

• La investigación científica y tecnológica nos permitirá generar conocimiento para enfrentar los retos de la globalización y lograr un adecuado nivel de vida de los ciudadanos.

Por las razones expuestas, para que el Perú alcance el potencial científico y tecnológico que le permita enfrentar la pandemia covid 19 y los retos del futuro, demandamos al Gobierno.

• Promover y facilitar la participación en el desarrollo científico y tecnológico peruano de científicos, médicos, biólogos, ingenieros y académicos residentes en el extranjero.

• Aumentar la participación de la comunidad científica peruana (universidades, centros de Investigación, profesionales TICs) en el equipo de Emergencia de Covid-19 del Gobierno.

• Crear una nueva estructura del Estado basada en educación, investigación científica e innovación tecnológica, articulando las regiones y el sector empresarial.

• Fortalecer la universidad pública, abriendo plazas de docentes investigadores en ciencia y tecnología y aumentando la oferta educativa.

• Fortalecer el sistema educativo con mayor presupuesto, poniendo énfasis en el componente investigación científica e innovación tecnológica.

Aplicando estas propuestas haremos posible que el Perú tenga un desarrollo sustentable.


Si estuviera usted de acuerdo le agradeceré llenar y enviar este formato.