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miércoles, 8 de febrero de 2012

CONGA, EL PODER VERDE EN PERÚ‏

POR: UBALDO TEJADA GUERRERO
Y los frentes y movimientos regionales del Perú profundo, están llegado a Lima, a esa inhumana y centralista ciudad de viejo cuño republicano y de espalda a las grandes necesidades de las comunidades andinas y selváticas, que hoy han tomado por asalto las grandes ciudades con una informalidad, que le siguen diciendo al capitalismo salvaje: somos la resistencia al modelo neoliberal, somos el nuevo proletariado, que espera un nuevo liderazgo creíble. Son ellos los informales provenientes del ande y la selva, los que recibirán a la marcha por el agua en Lima.
Mientras el movimiento popular se refunda, hoy el Perú del 2012, está conformada por empresas multinacionales interesadas en la actividad extractiva, en la exportación y en algunos servicios en los que quieren mantener su presencia oligopólica; por los grupos de poder económico nacionales vinculados a estos sectores y los dueños de los medios de comunicación más grandes; por los sectores más conservadores de la elite criolla limeña, que mantienen sus prácticas oligárquicas de moverse en un exclusivo círculo parental cuyo núcleo son los apellidos de la vieja y obsoleta aristocracia. Y están en ellas, finalmente, sus operadores dentro y fuera del Estado: la red de corrupción montesinista y aprista, mucho más extensa de lo que se cree, y funcionarios clave en organismos financieros transnacionales y en los espacios que congregan a los dueños de los grandes capitales del mundo, ahora vamos comprendiendo la gran preocupación de Alan García por el indulto a Fujimori.
Así Conga en el ojo de la tormenta, significa una sumatoria de luchas de los movimientos y frentes regionales que comenzaron en Bagua y Puno, con Pizango y Aduviri, que hoy con Conga de Santos, han comenzado a marcar un punto de quiebre, el nacimiento de un poder verde, de que si es posible otro modelo mas humano y sostenible, en la defensa de la tierra y la vida.
Ello significa una aspiración a refundar el Estado, basado en el poder democrático de los peruanos, a construir una sociedad moderna, sustentada en la existencia de un Estado de derecho, libre de todo tipo de mafia y de cualquiera forma de inmoralidad, con calidad de vida para todos, pacífica, con equidad de género, solidaria, que se desenvuelve en un medio ambiente sano, sostenible, que reconoce y respeta la diversidad en todos sus manifestaciones. Es decir construir un país moderno, próspero con hombres y mujeres, que vivan con dignidad.
En ésta dirección, la izquierda requiere urgente refundarse, reencontrarse con los ciudadanos, para lo que necesita una propuesta propia de gobierno para el país. Esta debería ser producto de una intensa discusión interna, pero especialmente formulada desde la articulación con los movimientos y frentes regionales sociales y con los ciudadanos que hoy demandan nuevas reglas a la actividad extractiva, empleo decente, educación de calidad, política pública de gestión sostenible de los recursos naturales, soluciones a los crecientes problemas de las ciudades que las tornan cada vez más inseguras, etc.
El gran convocador de esta lucha es el pueblo consciente y organizado que tiene por tarea sensibilizar, a los demás asimismo conseguir la convicción en este pueblo que solo luchando se conseguirá triunfar y que esta lucha es justa y un ejemplo en la defensa de nuestros recursos naturales, en momentos en que quienes plantearon la gran transformación hipotecaron su principios (si es que lo tuvieron) por un plato de lentejas.
La ruta está marcada. El congresista cajamarquino por Gana Perú, Jorge Rimarachín dio a conocer que el día jueves la marcha llegará a Lima, donde sumará esfuerzos en torno a las propuestas que se plantearán en torno a la legislación del recurso agua. “Considero que es una lucha justa la defensa de cuatro lagunas que vienen siendo amenazadas. Una de ellas tiene veinte hectáreas de espejo de agua (laguna Alforjacocha), esperamos que Dios ilumine a los hombres de buena voluntad para que protejan estas lagunas”. Confiar en nuestras propias fuerzas internas, significa comprender nuestra historia para no volver a repetirla, estar claros que a las dictaduras se les derrota con el pueblo movilizado y organizado, consciente de sus derechos. La libertad, la democracia, la independencia, la justicia social se conquista. Siempre fue así.
Así será también hoy cuando renovemos democráticamente nuestras organizaciones, gremios, colegios profesionales e instituciones en general; y se establezca una nueva relación entre el campo y la ciudad.
¡Bienvenidos, hermanos del ande y las selva a Lima!

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