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viernes, 27 de enero de 2012

¿CUÁNDO SE INICIÓ EL DISTANCIAMIENTO DE OLLANTA CON LA IZQUIERDA?

Uno de los temas importantes de la coyuntura política es el agrietamiento, que puede acabar en ruptura abierta, de la relación entre Ollanta Humala y el sector de la izquierda con quién firmó un acuerdo político que se tradujo, entre otras cosas, en determinados cupos parlamentarios y cargos en el Ejecutivo.
Este distanciamiento de Ollanta Humala con la izquierda es un proceso que se inició durante la última contienda electoral. No hay que olvidar la negativa del PNP de firmar una alianza electoral con el MNI, una de las principales fuerzas de izquierda que contaba con inscripción. Se trataba, según sus criterios, de que la izquierda participe solo con invitados, sin mayor poder de decisión respecto a las políticas a tomar. Tampoco hay que olvidar que durante la campaña, cediendo a la presión de la derecha, abandona su programa primigenio para suplantarlo por la “Hoja de Ruta”, que en el fondo es un programa neoliberal barnizado de “inclusión social”. A pesar de este viraje el conjunto de la izquierda continuó respaldando al candidato nacionalista, en parte porque aún confiaba en su voluntad de cambio, en parte porque se trataba de conjurar a la amenaza fujimorista que estaba al acecho.
Una vez instalado en Palacio, Ollanta Humala ha ido cediendo mayor terreno frente a las presiones y halagos de la derecha, al punto que esos sectores que durante la campaña enfilaron contra su candidatura y respaldaron a Keiko Fujimori, electoralmente perdedores, hoy resultan imponiendo el libreto de lo que se debe o no se debe hacer en el país. La prueba de fuego lo representó el proyecto Conga, que exigió a Ollanta Humala definir su postura que tenía implicancias sobre el rumbo que tomaría su gobierno. La decisión presidencial de respaldar este proyecto poniendo mano dura para contener las protestas cajamarquinas aceleró el proceso de definición descrito, lo que provocó la caída del gabinete Lerner, la salida de otros personajes de izquierda del Ejecutivo, problemas en la bancada parlamentaria. Ollanta Humala ha marcado el terreno respectó al sector izquierdista que lo acompañó, señalando que GANA PERÚ era solamente un acuerdo electoral y que en los próximos comicios irán solos como PNP; por su parte Daniel Abugattás ha dicho que los que se quieran ir (refiriéndose a los parlamentarios izquierdistas) tienen las puertas abiertas para hacerlo.
La derecha aplaude y alienta la ruptura, porque el gobierno, en palabras de la editorial de El Comercio: “…de esta forma se vería librado de resistencias en su camino por cumplir con la hoja de ruta y libre para hacer alianzas más coherentes con otros grupos que, teniendo antecedentes democráticos, sí posean la misma visión que tiene la mayoría sobre lo que es bueno para el país”.
Lo anterior es parte de un proceso de reordenamiento social y político de largas consecuencias que se ha abierto, que nuevamente pone sobre el tapete la capacidad de la izquierda para construir su espacio político propio, levantar sus banderas programáticas, generar sus propios liderazgos. Desde los tiempos de Izquierda Unida ello no se ha logrado, no solo por la debilidad de los partidos, muchos de los cuales luego de la ofensiva neoliberal han terminado reducidos a membretes, sino también por el peso de una cultura nefasta basada en la concesión ideológica y política frente al neoliberalismo, en el pragmatismo, el espíritu de capilla, una falsa concepción de la hegemonía que se sustenta en la lucha a muerte por los cargos y representaciones, la estrechez de miras que se agota en la coyuntura sacrificando el compromiso con un proyecto histórico y de largo plazo.
Las crisis representan riesgos pero también oportunidades. La renuncia de Ollanta Humala a la gran transformación, no significa que esas banderas hayan dejado de ser válidas, ni que grandes sectores de la población se hayan puesto de espaldas a los cambios de fondo que necesita el país. Todo lo contrario. Se están abriendo espacios en los que la izquierda puede posicionarse como verdadera fuerza portadora de solución a los grandes problemas del país, a condición que se construya como una izquierda alternativa, que no traiciona, consecuente y leal con sus principios, que no se deje seducir por los cantos de sirena del caudillo de turno, ni hipotecar sus principios por un plato de lentejas.
Se trata de reconstruir la unidad de la izquierda sobre bases nuevas, con una nueva mentalidad, asumiendo una nueva cultura política, construyendo un proyecto de largo alcance, generando liderazgos propios, promoviendo a la juventud, colocando el peso principal de este esfuerzo en el trabajo desde las bases para incorporar a los miles de izquierdistas que están fuera de los partidos, antes que los acuerdos y conversaciones en las alturas, método burocrático que de imponerse nuevamente conducirá a reiterados fracasos.

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