1) Las mejores propuestas de la
campaña las ha hecho Verónika Mendoza (se conocen, se discuten, se refutan,
están en agenda). Y las mejores campañas políticas hasta el momento las han
hecho las dos únicas mujeres de la contienda: Verónika Mendoza y Keiko
Fujimori.
2) La enorme diferencia es que
Keiko, además de muchísimo dinero (maletas llenas de billetes), tiene el apoyo
de casi todos los grandes medios periodísticos. Y Verónika Mendoza, por su
parte, no tiene ni lo uno ni lo otro. De hecho, tiene a casi toda la prensa en
contra.
3) ¿Significa esto que Mendoza y
Fujimori son fijas para la segunda vuelta? Nada es fijo en el Perú. Pero esa
probabilidad no puede descartarse. Mi punto de vista es no creer que Keiko
llegue y, por el contrario, junto a otros analistas, de izquierda y de derecha,
considero muy probable que Mendoza pase a la segunda vuelta electoral.
4) Las campañas de los otros
candidatos han sido muy malas, pero la de Julio Guzmán ha sido pésima (#YoCorroConJulioGuzmán
debe ser el lema más estúpido que se le haya podido ocurrir a cualquier asesor).
No solo por Guzmán, que no ayuda mintiendo en Twitter y disfrazándose de
transportista, sino porque ha sido demasiado negligente, como partido, negar al
presidente Sagasti y decir que él es independiente. Eso es hacer de Judas con
el fundador de su partido.
5) Con Urresti ya prácticamente
fuera de carrera (lo cual es un alivio porque Podemos Perú es una organización
gansteril) habría que ver cómo se reordena el tablero de las encuestas. Es
probable que otros candidatos tiren la toalla antes y que ello favorezca a
Keiko Fujimori.
6) Hernando de Soto debería dar
un paso al costado, no solo porque mintió con lo de los títulos académicos que
no tiene, sino, sobre todo, porque es un hombre de casi 80 años que ya no puede
ocultar sus problemas de senilidad. Hace poco tuvieron que cortarle en vivo,
porque hablaba disparates. Como si tuviera alguna enfermedad relacionada con la
pérdida de memoria.
7) ¿Para quiénes irían los votos
de De Soto? ¿Para la derecha autoritaria de Keiko Fujimori o para la derecha
fascista de López Aliaga? No hay mucha diferencia entre ambas.
8) George Forsyth no va a ser
presidente y eso lo sabe bien él mismo (lo cual podría ser un alivio personal y
una decepción para su padre). No va a ser presidente porque es incapaz de
hilvanar una sola idea sin decir una estupidez que genere memes. Es discreto en
plan burro alegre. El gran problema es que está llevando en su lista tanto a
progresistas como a evangelistas y a fujimoristas, al Congreso. Una verdadera y
peligrosa ensalada.
9) ¿Y Lescano? El enigma es saber
si realmente hay peruanos dispuestos a traer al partido del golpista Manuel
Merino de nuevo a la presidencia (Merino duró 5 días, generó la más grande
manifestación en su contra y mató a dos jóvenes a balazos). El otro dilema es
qué hacer con un partido como Acción Popular compuesto por dos gemelos que se
aborrecen. ¿Elegir a un presidente que podría tener a la mitad de su propia
bancada en la oposición? ¿Darle poder a los Vitocho y a los Diez Canseco?
10) Quedan dos meses por delante
y lo que se percibe, en la derecha que gobierna hace más de 30 años y que tiene
capturado al Estado, es miedo. Miedo por perder. Miedo por no saber cómo
controlar la situación, pese a que tienen a los periodistas, a los medios, a
los trolls y dinero en maletines, que no saben cómo usar. La derecha tiene todo
lo que se necesita, menos buenas ideas y una estrategia coherente.
De otro lado, hay miedo en la
derecha por el crecimiento imparable de Verónika Mendoza. ¿De qué manera
diagnosticamos ese miedo? Quien oficializó ese miedo, es Keiko Fujimori. En su
spot llama a Mendoza, de «Izquierda radical» y se compromete a «enfrentarla
directamente». Con eso y con su propuesta de «mano dura», que busca romper la
falsa imagen de centro del partido naranja mientras se acerca al «Albertismo»
prometiendo pedir la liberación del dictador Alberto Fujimori, Keiko establece
un blanco fijo entre todos sus oponentes. El miedo de Keiko es, en realidad, el
miedo de los empresarios que le dieron maletas llenas de dinero, en 2016, y que
empezaron su campaña electoral apostando por Forsyth, y luego por De Soto:
ambos candidatos no les sirven para llegar a la segunda vuelta.
Volver a apostar por Keiko —quien
perdió dos veces en la puerta del horno y tiene el mayor antivoto popular— sigue
siendo un riesgo porque si algo unifica al antifujimorismo entre la izquierda y
el liberalismo progresista del Partido Morado y parte del partido de Forsyth y
de Acción Popular, es el rechazo visceral a Keiko Fujimori.
¿Puede alguien de izquierda y alguien
del antifujimorismo de centroderecha, votar por Keiko Fujimori en una segunda
vuelta electoral? No lo creo. ¿Puede alguna derecha liberal, la derecha
autoritaria y la extrema derecha, votar por Keiko en una segunda vuelta? La
extrema derecha jamás va a votar por la izquierda. La derecha liberal, sí. De
hecho, ahora mismo, Mendoza tiene, en su favor, votantes de la derecha
democrática, e incluso entre las clases A y B.
Pasemos, ahora, al papel bastante
lamentable de los medios de comunicación. No es nada incongruente que un medio
masivo de comunicación tenga una línea editorial determinada. De hecho, eso
permite que los espectadores, o lectores, sepan qué esperar cuando lo consumen.
Todos sabemos quiénes sintonizan el canal de noticias FOX en Estados Unidos o
el canal WILLAX en el Perú, por ejemplo. Lo incongruente es que haya
periodistas y columnistas pasando por imparciales, que creen que los
espectadores, o los lectores, son imbéciles. En el Perú, el terrible agravante
es de que solo tenemos medios de derecha (abierta y encubierta), apoyando el
continuismo del modelo económico neoliberal, haciendo el simulacro de que su
enfoque de las campañas viene desde la ética periodística.
Los ataques a Verónika Mendoza,
pese a estar en etapa preliminar (es decir, todavía no se organizan para
inventarle casos de corrupción), han sido torpes por su evidencia. Y abruptos.
El cambio de los conductores de Cuarto Poder, por ejemplo, para poner a un
periodista proempresarial, como Mávila Huertas, fue evidente. La receta que ha
buscado este periodismo, a través de Huertas, ha sido lanzar temas
«controvertidos» que pudieran levantar miedo empresarial. Se pasa de Venezuela
a Maduro (en todas las entrevistas), y de Maduro, a la maquinita y de la
maquinita, al estatismo de Alan García de 1985, pese a que nada de lo que dice
Mendoza, ni las propuestas de gobierno suyas, están relacionadas con el tema
que lanza Mávila Huertas. A esta se suman los columnistas liberales como
Ghibellini o Tafur y otros periodistas que se disfrazan de progres, como
Augusto Álvarez Rodrich. Un mecanismo, en suma, que no les ha dado resultado,
porque Mendoza se mantiene firme, y porque la gente ya no está interesada en
que le cuenten historias falsas, sino en propuestas de la resolución de la
crisis, de la pandemia, del empleo, pesadillas en la que estamos. De eso,
precisamente, habla Mendoza, quien en pleno paro agrario propuso, además, una
reforma agraria, y en la plena incertidumbre por las vacunas, escribió una
carta al presidente argentino, pidiéndole ayuda para los peruanos, porque el
presidente peruano Sagasti, parece haber enmudecido. Señalo, también, que, en
pleno confinamiento, Mendoza propuso bonos universales mientras el gobierno no
tiene ni cronograma para entregar siquiera los bonos familiares a lo que se ha
propuesto hacerlo: cuatro millones de familias. Algo más: en plena crisis
educativa propuso, Mendoza, que los niños de los pueblos alejados de la
capital, que carecen de acceso a las clases por Internet, tendrán este
servicio, un Derecho Humano, durante su gobierno.
Nada de valor han propuesto
Keiko, Forsyth, Lescano, Guzmán o López Aliaga. Entendemos, entonces, por qué
la campaña de Mendoza ha sabido capitalizar el vacío que han dejado los otros
candidatos, mientras enmudecen u ofrecen mano dura o mienten, los otros,
diciendo que sus abuelos fundaron el lujoso Los Olivos? Sumémosle a todo lo
anterior de que Mendoza está viajando, recorriendo el Perú y que, visitando
distintas ciudades, siempre abandonadas por el gobierno central, avanza. Keiko,
por cierto, también viaja.
Finalmente, la prueba más
fehaciente del miedo de la derecha que sigue gobernando, es haber anunciado el
regreso de Jaime Bayly a la televisión, al día siguiente de la encuesta del
Instituto de Estadísticas, que ubica segunda a Mendoza, y sube a Lescano.
Invocar al periodista que hizo un vergonzoso programa, pagado por los
empresarios mineros en la segunda vuelta de 2011 para atacar a uno de los dos
candidatos que estaba en segunda vuelta es, ante todo, delirante.
Bayly, por ese plan, terminó
pidiendo disculpas desde Miami, y en adelante, se radicalizó hasta el punto de
que anunció, públicamente, en 2016, que él votaría por Keiko Fujimori. Un
periodista quemado, como él, que aparece por Willax como el gran regreso
periodístico a la televisión peruana, es sinónimo de desesperación y de
reiterativa estupidez derechista.
Termino señalando algo que me
causó impresión en la entrevista que le hizo Jaime Chincha, a Verónika Mendoza.
Le pidió que explicase cómo iba a financiar sus propuestas, no sin antes
calificarlas de buenas. Lo que queda por ver ahora es qué va a hacer el
progresismo liberal, que tenía puestas todas sus cartas en Salvador del Solar y
se le hizo un hueco en el pecho cuando Martín Vizcarra anunció su candidatura
al congreso, junto al exfujimorista/aprista, Daniel Salaverry. Cuando le
preguntaron a Mendoza en el ping pong final, qué palabra asociaba a los nombres
Marisa Glave e Indira Huilca, ella afirmó de que eran «necesarias para la
transformación». Ni Glave ni Huilca, hasta ahora, han replicado nada. Aun así,
gesto de Mendoza es muy importante. Pone de lado cualquier malentendido o
rencilla, o lo que sea, para trabajar Juntos por el Perú, sin olvidar que el
cambio que, el Perú necesita, no pasa por el maquillaje de la «Hoja de ruta»
que propone el corrupto ex presidente Ollanta Humala.
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