Semanas previas asistimos a una sostenida
ofensiva de la derecha: junto a movidas abiertamente sediciosas y golpistas, se
acentuó la presión para que Pedro Castillo cambie a cuatro o cinco ministros,
incluyendo al premier, antes de la presentación al Congreso. Lograron hacer
retroceder al ejecutivo y traerse abajo al canciller Héctor Béjar, nombrando en
su lugar a Oscar Maúrtua, personaje que, indudablemente seguirá una ruta
distinta a la política exterior preconizada por su antecesor.
Mientras los sectores más ultras de la derecha
anunciaban que de ningún modo iban a otorgarle la confianza al gabinete
Bellido; los más liberales, con la caída de Béjar y con la promesa que en el
mensaje no se mencione la Asamblea Constituyente, amén de otras concesiones, se
dieron por satisfechos y anunciaron que otorgarían el voto de confianza.
De este modo, el mensaje del premier se ha
movido en esos parámetros: por un lado, conciliador para obtener el voto de
confianza de la mayoría parlamentaria; por otro, para no perder la confianza de
los sectores populares, reivindicando las aspiraciones del Perú profundo,
evidenciando las fracturas históricas al hablar en quechua y en aymara ante una
mayoría parlamentaria incómoda, citando a Vallejo y Arguedas, enfatizando
determinadas políticas sociales a favor de los más desprotegidos.
Es decir, en el fondo no se trata de un
mensaje de ruptura, que proponga una visión de país distinta al modelo
neoliberal y, como parte de ello, que apele al cambio constitucional. Se trata
de un mensaje que responde a la coyuntura, de denuncia, de procurar cambios
dentro de los marcos que lo permite el modelo y la correlación de fuerzas
dominante.
El rumbo que seguirá el gobierno aún es
incierto, en la medida que se trata de un gobierno en disputa. Sin duda alguna,
la derecha, sin renunciar a sus planes golpistas, seguirá presionando para
hacerlo cruzar el Rubicón neoliberal. Corresponde a los sectores populares
accionar y presionar en sentido contrario, construir la correlación política,
social y cultural a favor del cambio democrático y patriótico, el mismo que
tiene en la lucha por una nueva Constitución su aspecto nodal. Las calles se
convierten en el escenario principal de esta batalla.
¡Otro Perú es posible, Unidos podemos
lograrlo!
Por: Manuel Guerra
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