Vistas de página en total

miércoles, 17 de febrero de 2021

LAS SUCIAS ARMAS DE LA DERECHA

Esperar de la derecha peruana un mea culpa por haber conducido al país al desastre, una exposición de ideas, una argumentación de sus propuestas de cómo sacar al país del atraso, de cómo superar la matriz primario exportadora de la economía, cómo acabar con la exclusión, terminar con la pobreza, practicar la tolerancia, garantizar democracia, salud, educación trabajo digno, bienestar para los peruanos y peruanas; esperar que, en fin, incorpore la ética en su práctica política, es lo mismo que esperar que por obra y gracia de un alquimista prodigioso el plomo se transforme en oro.

La derecha no argumenta, insulta; no hilvana ideas, terruquea; no apela a la razón, apela a la bilis, los bajos instintos y las bajas pasiones. El neoliberalismo ha degradado la política y embrutecido a sus representantes, ha desaparecido a los reaccionarios ilustrados para dar lugar a los reaccionarios brutos y achorados, ha infestado el Estado de bribones, los partidos de felones, los medios de comunicación de mermeleros y rastreros de dos al cuarto.

En la actual contienda electoral sus candidatos son como zombis que no se han aprendido más de cuatro palabras para oponerse a la izquierda: terrucos, chavistas, populistas, comunistas, términos que utilizan en automático en cualquier circunstancia. Ni siquiera cuentan con los recursos demagógicos de Alan García, ni con el histrionismo de Alberto Fujimori que cubría sus carencias con el baile del “chinito”. Nada de nada y los estrategas de campaña no la tienen fácil para levantar a esos pelmazos.

La derecha está asustada frente al avance de las fuerzas del cambio encabezadas por Verónika y Juntos por el Perú JP. Entonces recurre a lo que mejor, o lo único que sabe hacer: mentir y calumniar, mimetizarse y apropiarse demagógicamente de banderas ajenas, echar excremento con ventilador, echar a trabajar a su ejército de troles que insultan como presidiarios en las redes sociales, valerse de los medios de comunicación para demoler a los opositores y engreír a sus favoritos, usar a las encuestadoras para presentar tendencias engañosas. El disfraz de democracia con que suele cubrirse se descose por todas partes, exponiendo a la bestia que hay adentro.

Es peligroso tener a esta bestia asustada. Si no le funcionan sus sucias armas a las que están echando mano, soltarán a sus orcos, como ya lo hicieron con Merino. Las jornadas democráticas de noviembre pasado nos muestran la forma de contenerlos, derrotarlos, abrir el camino para refundar el Perú.

Por Manuel Guerra 


miércoles, 10 de febrero de 2021

EL DILEMA DE LA DERECHA ACOSTUMBRADA A GOBERNAR:"¿Cómo detenemos el avance de Verónica cuando ya no funcionan el terruqueo ni la farsa de las agendas ni el cuco de Venezuela?"


Empecemos por unas breves ideas de lo que viene siendo la campaña presidencial a un poco más de dos meses de las elecciones del próximo abril (2021) :

1) Las mejores propuestas de la campaña las ha hecho Verónika Mendoza (se conocen, se discuten, se refutan, están en agenda). Y las mejores campañas políticas hasta el momento las han hecho las dos únicas mujeres de la contienda: Verónika Mendoza y Keiko Fujimori.

2) La enorme diferencia es que Keiko, además de muchísimo dinero (maletas llenas de billetes), tiene el apoyo de casi todos los grandes medios periodísticos. Y Verónika Mendoza, por su parte, no tiene ni lo uno ni lo otro. De hecho, tiene a casi toda la prensa en contra.

3) ¿Significa esto que Mendoza y Fujimori son fijas para la segunda vuelta? Nada es fijo en el Perú. Pero esa probabilidad no puede descartarse. Mi punto de vista es no creer que Keiko llegue y, por el contrario, junto a otros analistas, de izquierda y de derecha, considero muy probable que Mendoza pase a la segunda vuelta electoral.

4) Las campañas de los otros candidatos han sido muy malas, pero la de Julio Guzmán ha sido pésima (#YoCorroConJulioGuzmán debe ser el lema más estúpido que se le haya podido ocurrir a cualquier asesor). No solo por Guzmán, que no ayuda mintiendo en Twitter y disfrazándose de transportista, sino porque ha sido demasiado negligente, como partido, negar al presidente Sagasti y decir que él es independiente. Eso es hacer de Judas con el fundador de su partido.

5) Con Urresti ya prácticamente fuera de carrera (lo cual es un alivio porque Podemos Perú es una organización gansteril) habría que ver cómo se reordena el tablero de las encuestas. Es probable que otros candidatos tiren la toalla antes y que ello favorezca a Keiko Fujimori.

6) Hernando de Soto debería dar un paso al costado, no solo porque mintió con lo de los títulos académicos que no tiene, sino, sobre todo, porque es un hombre de casi 80 años que ya no puede ocultar sus problemas de senilidad. Hace poco tuvieron que cortarle en vivo, porque hablaba disparates. Como si tuviera alguna enfermedad relacionada con la pérdida de memoria.

7) ¿Para quiénes irían los votos de De Soto? ¿Para la derecha autoritaria de Keiko Fujimori o para la derecha fascista de López Aliaga? No hay mucha diferencia entre ambas.

8) George Forsyth no va a ser presidente y eso lo sabe bien él mismo (lo cual podría ser un alivio personal y una decepción para su padre). No va a ser presidente porque es incapaz de hilvanar una sola idea sin decir una estupidez que genere memes. Es discreto en plan burro alegre. El gran problema es que está llevando en su lista tanto a progresistas como a evangelistas y a fujimoristas, al Congreso. Una verdadera y peligrosa ensalada.

9) ¿Y Lescano? El enigma es saber si realmente hay peruanos dispuestos a traer al partido del golpista Manuel Merino de nuevo a la presidencia (Merino duró 5 días, generó la más grande manifestación en su contra y mató a dos jóvenes a balazos). El otro dilema es qué hacer con un partido como Acción Popular compuesto por dos gemelos que se aborrecen. ¿Elegir a un presidente que podría tener a la mitad de su propia bancada en la oposición? ¿Darle poder a los Vitocho y a los Diez Canseco?

10) Quedan dos meses por delante y lo que se percibe, en la derecha que gobierna hace más de 30 años y que tiene capturado al Estado, es miedo. Miedo por perder. Miedo por no saber cómo controlar la situación, pese a que tienen a los periodistas, a los medios, a los trolls y dinero en maletines, que no saben cómo usar. La derecha tiene todo lo que se necesita, menos buenas ideas y una estrategia coherente.

De otro lado, hay miedo en la derecha por el crecimiento imparable de Verónika Mendoza. ¿De qué manera diagnosticamos ese miedo? Quien oficializó ese miedo, es Keiko Fujimori. En su spot llama a Mendoza, de «Izquierda radical» y se compromete a «enfrentarla directamente». Con eso y con su propuesta de «mano dura», que busca romper la falsa imagen de centro del partido naranja mientras se acerca al «Albertismo» prometiendo pedir la liberación del dictador Alberto Fujimori, Keiko establece un blanco fijo entre todos sus oponentes. El miedo de Keiko es, en realidad, el miedo de los empresarios que le dieron maletas llenas de dinero, en 2016, y que empezaron su campaña electoral apostando por Forsyth, y luego por De Soto: ambos candidatos no les sirven para llegar a la segunda vuelta.

Volver a apostar por Keiko —quien perdió dos veces en la puerta del horno y tiene el mayor antivoto popular— sigue siendo un riesgo porque si algo unifica al antifujimorismo entre la izquierda y el liberalismo progresista del Partido Morado y parte del partido de Forsyth y de Acción Popular, es el rechazo visceral a Keiko Fujimori.

¿Puede alguien de izquierda y alguien del antifujimorismo de centroderecha, votar por Keiko Fujimori en una segunda vuelta electoral? No lo creo. ¿Puede alguna derecha liberal, la derecha autoritaria y la extrema derecha, votar por Keiko en una segunda vuelta? La extrema derecha jamás va a votar por la izquierda. La derecha liberal, sí. De hecho, ahora mismo, Mendoza tiene, en su favor, votantes de la derecha democrática, e incluso entre las clases A y B.

Pasemos, ahora, al papel bastante lamentable de los medios de comunicación. No es nada incongruente que un medio masivo de comunicación tenga una línea editorial determinada. De hecho, eso permite que los espectadores, o lectores, sepan qué esperar cuando lo consumen. Todos sabemos quiénes sintonizan el canal de noticias FOX en Estados Unidos o el canal WILLAX en el Perú, por ejemplo. Lo incongruente es que haya periodistas y columnistas pasando por imparciales, que creen que los espectadores, o los lectores, son imbéciles. En el Perú, el terrible agravante es de que solo tenemos medios de derecha (abierta y encubierta), apoyando el continuismo del modelo económico neoliberal, haciendo el simulacro de que su enfoque de las campañas viene desde la ética periodística.

Los ataques a Verónika Mendoza, pese a estar en etapa preliminar (es decir, todavía no se organizan para inventarle casos de corrupción), han sido torpes por su evidencia. Y abruptos. El cambio de los conductores de Cuarto Poder, por ejemplo, para poner a un periodista proempresarial, como Mávila Huertas, fue evidente. La receta que ha buscado este periodismo, a través de Huertas, ha sido lanzar temas «controvertidos» que pudieran levantar miedo empresarial. Se pasa de Venezuela a Maduro (en todas las entrevistas), y de Maduro, a la maquinita y de la maquinita, al estatismo de Alan García de 1985, pese a que nada de lo que dice Mendoza, ni las propuestas de gobierno suyas, están relacionadas con el tema que lanza Mávila Huertas. A esta se suman los columnistas liberales como Ghibellini o Tafur y otros periodistas que se disfrazan de progres, como Augusto Álvarez Rodrich. Un mecanismo, en suma, que no les ha dado resultado, porque Mendoza se mantiene firme, y porque la gente ya no está interesada en que le cuenten historias falsas, sino en propuestas de la resolución de la crisis, de la pandemia, del empleo, pesadillas en la que estamos. De eso, precisamente, habla Mendoza, quien en pleno paro agrario propuso, además, una reforma agraria, y en la plena incertidumbre por las vacunas, escribió una carta al presidente argentino, pidiéndole ayuda para los peruanos, porque el presidente peruano Sagasti, parece haber enmudecido. Señalo, también, que, en pleno confinamiento, Mendoza propuso bonos universales mientras el gobierno no tiene ni cronograma para entregar siquiera los bonos familiares a lo que se ha propuesto hacerlo: cuatro millones de familias. Algo más: en plena crisis educativa propuso, Mendoza, que los niños de los pueblos alejados de la capital, que carecen de acceso a las clases por Internet, tendrán este servicio, un Derecho Humano, durante su gobierno.

Nada de valor han propuesto Keiko, Forsyth, Lescano, Guzmán o López Aliaga. Entendemos, entonces, por qué la campaña de Mendoza ha sabido capitalizar el vacío que han dejado los otros candidatos, mientras enmudecen u ofrecen mano dura o mienten, los otros, diciendo que sus abuelos fundaron el lujoso Los Olivos? Sumémosle a todo lo anterior de que Mendoza está viajando, recorriendo el Perú y que, visitando distintas ciudades, siempre abandonadas por el gobierno central, avanza. Keiko, por cierto, también viaja.

Finalmente, la prueba más fehaciente del miedo de la derecha que sigue gobernando, es haber anunciado el regreso de Jaime Bayly a la televisión, al día siguiente de la encuesta del Instituto de Estadísticas, que ubica segunda a Mendoza, y sube a Lescano. Invocar al periodista que hizo un vergonzoso programa, pagado por los empresarios mineros en la segunda vuelta de 2011 para atacar a uno de los dos candidatos que estaba en segunda vuelta es, ante todo, delirante.

Bayly, por ese plan, terminó pidiendo disculpas desde Miami, y en adelante, se radicalizó hasta el punto de que anunció, públicamente, en 2016, que él votaría por Keiko Fujimori. Un periodista quemado, como él, que aparece por Willax como el gran regreso periodístico a la televisión peruana, es sinónimo de desesperación y de reiterativa estupidez derechista.

Termino señalando algo que me causó impresión en la entrevista que le hizo Jaime Chincha, a Verónika Mendoza. Le pidió que explicase cómo iba a financiar sus propuestas, no sin antes calificarlas de buenas. Lo que queda por ver ahora es qué va a hacer el progresismo liberal, que tenía puestas todas sus cartas en Salvador del Solar y se le hizo un hueco en el pecho cuando Martín Vizcarra anunció su candidatura al congreso, junto al exfujimorista/aprista, Daniel Salaverry. Cuando le preguntaron a Mendoza en el ping pong final, qué palabra asociaba a los nombres Marisa Glave e Indira Huilca, ella afirmó de que eran «necesarias para la transformación». Ni Glave ni Huilca, hasta ahora, han replicado nada. Aun así, gesto de Mendoza es muy importante. Pone de lado cualquier malentendido o rencilla, o lo que sea, para trabajar Juntos por el Perú, sin olvidar que el cambio que, el Perú necesita, no pasa por el maquillaje de la «Hoja de ruta» que propone el corrupto ex presidente Ollanta Humala.

La idea de un bicentenario de la Independencia de España con la primera presidenta mujer de la historia del Perú, que busca un gran cambio, en el Perú, genera esperanzas incluso hasta en aquellos que recelan de su posibilidad de ser electa. Lo que necesitamos, ahora mismo, los peruanos, en medio de la tristeza general que nos embarga por lo pandemia y otras pesadillas, es poder creer que hay un futuro diferente, y constructivo, para todos los perunos. Por eso, precisamente, creo que hay una parte de gente de la derecha que también votará por Verónika Mendoza. No será porque ideológicamente se sientan cercanos a ella, sino porque se dan cuenta de que lo que tenemos, ahora, es, al margen de ella y de su partido, inviable.
                                                                                                                                                              Dr. Alvaro Córdova G.