La candidata de Juntos Por el Perú , Verónika Mendoza, explica cuáles son -a su criterio- los elementos que debería incluir la nueva Constitución, una de sus principales banderas electorales. Además, señala que de ganar las elecciones preferiría cambios al frente del BCR.
Quiero empezar hablando sobre
sus motivaciones. Es su segunda candidatura consecutiva. ¿Por qué se considera
mejor opción que los demás candidatos? Le propongo un ejercicio de prospectiva.
Imaginemos que usted gana las elecciones presidenciales. ¿Qué Perú espera dejar
el 2026?
Claramente, Juntos Por el
Perú es el proyecto político que de manera más firme y contundente
está impulsando un compromiso para plantear los cambios de fondo que el país
necesita, para emprender reformas estructurales que queremos dejar encaminadas
o resueltas al término de nuestro gobierno. También somos conscientes de que si
el pueblo peruano nos da su confianza, vamos a estar aún en medio de una grave
crisis sanitaria y económica y vamos a tener que priorizar las medidas urgentes
para frenar el avance de la pandemia, garantizar un proceso de vacunación
universal y encaminar la reactivación económica y generación de empleo.
¿Y usted siente que es la
única que podría acometer esas tareas?
Creo que somos los que más
claramente nos hemos pronunciado a favor de cambios estructurales, los que más
claramente hemos planteado nuestra posición de que el Perú necesita hoy un
nuevo pacto social, que redefina las reglas de juego y los valores que guíe al
país.
Ustedes no son los únicos que
promueven una nueva Constitución.
Es cierto que otras fuerzas
políticas, más recientemente, han ido adhiriendo esta propuesta, lo cual
saludados, pero somos los que más claramente estamos más comprometidos con este
cambio estructural.
¿Qué no se puede hacer en el
país bajo la Constitución de 1993? ¿Por qué es indispensable una nueva en un
país lleno de constituciones?
La grave crisis política que
hemos atravesado en los últimos años con todos nuestros expresidentes
procesados por corrupción, con cuatros presidentes que se han sucedido en un
solo periodo, con una representación lejana de la gente y con la precariedad de
un Estado incapaz de garantizar los mínimos de salud, educación y protección
social, ha puesto en evidencia que esto no se va resolver solo con un cambio de
personas si no que necesitamos cambiar las reglas de juego.
¿Qué debería incluir esa nueva
Constitución, según usted?
Eso pasa por diseñar un nuevo
pacto constituyente a partir de un gran dialogo nacional en el que, por
ejemplo, se restituya la capacidad del Estado de planificar el desarrollo
nacional, de fiscalizar y regular las actividades económicas, que reivindique
la salud, la educación, las pensiones como derechos porque la actual
Constitución las concibe como mercancías o negocios que el sector privado debe
proveer. También se necesita que el Estado impida abusos a partir de
concentraciones oligopólicas o monopólicas, como las que vemos en la banca o en las AFP.
Acá cuatro grandes bancos
concentran todo el mercado financiero y se permiten cobrar las comisiones y las
tasas de interés que les da la gana. Pero también hay nuevos temas y derechos
que se deberían incluir en la nueva Constitución, entre ellos la centralidad
del cambio climático y la protección del medio ambiente, o el acceso a
Internet.
Un sondeo del IEP de
diciembre, de hace un mes, preguntó qué temas se deberían incorporar en una
nueva Constitución o cambiar en la vigente. Las respuestas son interesantes. El
74% pedía penas mayores para delincuentes y corruptos; el 25% fortalecer los
valores familiares tradicionales y la tradición católica; el 23% promover la
inversión privada. Asumo que usted quisiera una nueva Constitución que rescate
banderas que, entiendo, usted defiende.
¿No hay una desconexión entre
lo que usted esperaría de una nueva Carta Magna y lo que la gente realmente
desea? A la luz de esas respuestas, quizás lo que tenemos ahora sea incluso
menos conservador que lo que podría salir. ¿Qué piensa?
Primero, creo que es comprensible
la indignación de la gente que se traduce en una demanda de sanciones más
fuertes para corruptos y abusivos. Por eso planteamos la necesidad de un
proceso constituyente, de un gran diálogo nacional en el que la gente pueda
identificar la raíz de los problemas y no solo sus síntomas. Yo vengo
recorriendo el país, Enrique, y los temas que la gente plantea tienen que ver
con cosas concretas, como salud, educación, pensiones, Internet.
Hay una necesidad
refundacional. No en vano vamos a conmemorar el bicentenario de una
independencia que quedó trunca, incompleta, con una República que dejó en
la exclusión a las mayorías que no se sienten representadas por la clase
política ni protegidas por este Estado decadente y reducido a su mínima
expresión.
¿No le preocupa que la nueva
Constitución que pueda emerger sea incluso más conservadora que la actual?
No, porque en la medida que haya
un debate con la ciudadanía, iremos desentrañando la raíz de cada uno de los
problemas para identificar los cambios estructurales que se necesitan. En todo
caso, lo que corresponde es abrir el debate. Me parece antidemocrático que se
quiera censurar el debate en torno a la necesidad de un nuevo pacto social.
Abrámoslo, para evitar que otras expresiones autoritarias puedan canalizar esta
frustración, esta indignación de la gente.
Se ha dicho también que si se le
encarga la redacción de la nueva Constitución a estos
congresistas sería un desastre. De acuerdo. Por eso se ha planteado que se abra
un proceso constituyente con la elección de una Asamblea Constituyente.
Yo no he sugerido que sea este Congreso…
Otros lo han hecho para
desacreditar el debate.
Lo que yo ponía sobre la mesa
era el ánimo nacional. Creo que esas respuestas tienen que verse con atención.
Esa era mi reflexión. Le cambio el tema…
Enrique, si me permite, eso no
quita que no seamos conscientes del avance de ciertos discursos conservadores,
autoritarios, anticientíficos que ganan terreno en la sociedad. Precisamente,
es responsabilidad de las fuerzas políticas hacer pedagogía, discutir, conectar
con los temores y preocupaciones genuinas de la gente. Si cerramos la
posibilidad de ese diálogo, lo que podemos más bien es provocar es que estalle
por otro lado, y no de la mejor manera.
Usted ha dicho que su
candidatura es “pro inversión”, que desea recuperar los más de 3 millones de
empleos perdidos y aumentar la inversión pública en dos puntos de PBI anuales
con intervención del sector privado.
Ha propuesto recurrir a parte
de los ahorros fiscales que tenemos en bancos nacionales -72 mil millones de
soles, según lo expresado por usted- para la reactivación. No soy economista,
aunque he leído a algunos señalar que no tiene sentido echar mano de ese dinero
cuando endeudarse es mucho más barato. ¿Qué responde?
Que todos esos ahorros fiscales
que nos han costado a todos los peruanos acumular son para encarar este tipo de
emergencias. ¡Por Dios! Parece que algunos se olvidan que estamos atravesando
una pandemia global, que hemos perdido a más 80 mil peruanos y peruanas en un
año, mucho más que todo lo que perdimos en el conflicto armado interno que duró
largos años. Y si no hacemos nada, esta cifra se podría duplicar.
Si tenemos ahorros es para
precisamente para usarlos en este tipo de circunstancias y salvar la vida de la
gente, para reforzar la estrategia sanitaria de contención del virus, reforzar
el primer nivel de atención, construir centros de oxigenación temporal, porque
el oxígeno es lo que puede salvar a la gente y no la ivermectina ni el dióxido
de cloro que promueven otros candidatos, e implementar la telemedicina. Y en
paralelo, para entregar un tercer y cuarto bono a las familias más vulnerables.
Este es el momento de hacerlo.
Lo contrario es seguir haciendo
lo que hace el actual gobierno, es decir: nada, nada. A pesar de que las cifras
cotidianas dicen que la situación empeora, en la conferencia de prensa reciente
(del miércoles) el gobierno no ha hecho ningún nuevo anuncio.
¿Y el endeudamiento no sería
una mejor opción que gastar los ahorros?
Puede ser también una alternativa
que vamos a evaluar. Pero la prioridad es salvar vidas, en un contexto en el
que la vacuna aún va a demorar. Es cierto que hay un lote para enero pero que
apenas alcanzará para 500 mil personas.
Dijo que revisaría las
exoneraciones tributarias. Se refiere a campos como las universidades y la
agroexportación, entre otros, me queda claro. ¿Mantendría alguna?
Si me permite, por un lado está
la urgencia de reactivar la economía de manera inmediata y un tercer y cuarto
bono contribuye a eso, junto a la inversión pública y el programa de crédito
barato. Y en paralelo, en efecto, vamos a tener que recuperar los niveles de
recaudación tributaria antes de la pandemia y superarlo. Eso significa revisar
las exoneraciones tributarias a las mineras, a los casinos, a las universidades
privadas. Y en paralelo se tendrá que diseñar una estrategia para combatir la
evasión y elusión tributaria y generar un impuesto a las grandes fortunas, a
los multimillonarios.
Dos cosas sobre lo que acaba
de mencionar. Primero, no tiene claro todavía si mantendría alguna exoneración,
¿correcto?
Seguramente habrá algunas que se
tendrá que conservar, sobre todo para los sectores o las empresas que recién
inician sus actividades económicas y su inserción en el mercado, como pasó con
la agroexportación. Nosotros no nos oponemos per se a los
beneficios y exoneraciones tributarias siempre y cuando sean pertinentes y por
un lapso determinado. Lo evaluaremos. Dicho sea de paso, el actual gobierno
llamado de transición ya debería de haber empezado (a evaluar las
exoneraciones).
Segundo, sobre el impuesto a
las grandes fortunas: ¿sería temporal o permanente y a partir de qué monto se
aplicaría?
Sí, tenemos un debate sobre eso.
Consideramos que podría ser eventualmente a partir de los 10 millones o incluso
los 100 millones. Estamos hablando de, efectivamente, grandes fortunas. En
ningún momento hemos planteado tocar los ingresos de la clase media que,
sabemos, está golpeada económicamente. Ese es otro de los fantasmas que tratan
de avivar quienes no quieren que nada cambie. Lo pensamos en algún momento como
algo temporal, único incluso, pero creemos que en la medida que esté
adecuadamente diseñado se podría mantener en el tiempo. Estamos todavía
ajustando, pero consideramos necesario que se implemente de todas maneras.
Temporal, por el momento.
Ahora, entre 10 y 100 millones hay mucha diferencia, ¿no?
Claro, lo que pasa es que está
pendiente revisar también cuál sería el universo de contribuyentes al que
impactaríamos con esta medida.
¿10 millones solo en cuentas?
¿Con propiedades? Porque alguien puede heredar una casa y va sumando. ¿Cómo
manejarían eso?
Justamente es lo que estamos
diseñando, pero, insisto, no es un impuesto a la clase media ni a los ingresos,
si no a las fortunas acumuladas que, además, valgan verdades, en el Perú
provienen principalmente de herencias, no necesariamente del fruto de trabajo
sostenido o del sudor de la frente de algunos, como se ha querido plantear.
Explíqueme lo de la maquinita.
“Es una posibilidad que se evaluará en su momento”, dijo en la entrevista con
Mávila Huertas. No zanjó el asunto, para ser honesto. Luego, en su cuenta de
Twitter, dijo que sería un sinsentido. ¿Con cuál versión nos quedamos?
Con la única versión sostenida
desde la campaña de 2016, con la que está en nuestro plan de gobierno. Insisto,
sería un sinsentido y en ningún momento lo hemos planteado. No queremos ni
maquinita, ni hiperinflación. Queremos una economía ordenada, planificada, con
un Estado con capacidad reguladora y fiscalizadora.
Ya sé que dijo que respetará
la autonomía del Banco Central de Reserva (BCR). No voy a insistir en ese tema…
Así es.
Sí tengo esta curiosidad,
¿designaría de nuevo a Julio Velarde al frente del BCR? Es potestad
constitucional del presidente. Luego el Congreso debe ratificar la decisión. ¿O
preferiría un cambio al frente de esta institución?
Creo que es tiempo en el Perú -en
términos generales- de cambios, pero no solo en las personas si no, sobre todo,
en las políticas, en las reglas de juego que guían nuestro país. Eso sí,
reiterando siempre que en el caso del BCR respetaremos
la autonomía que le corresponde. Pero sí, creo que necesitamos renovar la
representación política y la participación en los distintos espacios de
decisión, dándole voz a sectores que largamente han sido excluidos. Con eso no
hablo específicamente del BCR, si no en general de la gestión estatal.
Mi consulta es específica
sobre el BCR. ¿Ratificaría a Julio Velarde o preferiría a alguien diferente? ¿O
no lo tiene claro todavía?
No, lo acabo de decir. Creo que
lo que corresponde es un cambio. Además, recordemos que en el BCR no solamente
está el señor Julio Velarde, con quien, dicho sea de paso, hemos coincidido en
algunas propuestas, como Reactiva Perú. Conceptualmente me pareció un buen
programa, necesario en su momento…
¿Pero?
Lamentablemente en su
implementación tuvo serias deficiencias, porque no puso los filtros adecuados y
permitió que grandes empresas con dinero en paraísos fiscales, o procesadas por
corrupción, o que despidieron a sus trabajadores se beneficiaran de esta
garantía estatal. Recordemos también que en el BCR hay otros personajes que no
tienen méritos técnicos ni éticos y que claramente tienen que ser removidos.
Intuyo que habla de Rafael
Rey.
Exactamente.
Vayamos a la salud. ¿Cree que
hay falta de liderazgo de parte del presidente Sagasti en la lucha contra la
pandemia?
Para todos los ciudadanos está
claro que la situación sanitaria es cada vez más crítica, con un sistema
al borde del colapso, y sin embargo el gobierno actúa como si no estuviera
pasando nada, como si la situación tendiera a mejorar cuando lamentablemente
tiende a empeorar. Todo esto con una nueva variante del virus que es mucho más
contagiosa que el Estado ni siquiera está monitoreando. ¿Cómo es posible? Es
desconcertante que en la última conferencia no se haya hecho ningún nuevo
anuncio. Hay una mala evaluación de la gravedad de la situación.
Sé que no es fácil implementar
una eventual restricción adicional de la movilidad de la gente, una eventual
disminución de los aforos, pero está claro que a estas alturas es necesario.
Eso sí, es fundamental el apoyo económico a las familias más vulnerables. Nada
de esto ha sido dicho por parte del gobierno y es sumamente preocupante e
irresponsable. Le pido al presidente de la República que reconsidere las medidas
implementadas.
¿Qué propone para mejorar el
sistema de salud?
Una primera cosa fundamental
abandonada es el primer nivel de atención que reforzado puede ayudar a prevenir
cantidad de enfermedades. Eso pasa por diseñar una estrategia sanitaria
comunitaria, vital para la Covid, pero en general para el país. Hay que articular
el sistema de salud a través de postas, centros de salud con las organizaciones
de base, las ollas comunes.
¿Unificaría el sistema?
Necesitamos una reforma integral
del sistema de salud, con un proceso de descentralización y, a la vez, una
rectoría clara que pueda ordenar lo que hoy está disperso, una de las grandes
trabas para articular una estrategia contra la pandemia.
En la última encuesta de Ipsos aparece con 7% de intención de voto. Estaba revisando las cifras desagregadas por sector socioeconómico y me llamó la atención lo siguiente: en el A, es decir el más pudiente del país, usted figura con el 10% de intención de voto.
En términos porcentuales, es
donde mejor le va. En los segmentos D y E figura con 6 y 7, respectivamente.
¿Por qué cree que es así? ¿No debería ser al revés para una candidatura que se
proclama de izquierda y defensora de los más pobres, necesitados?
Mire, Enrique, si fuera real
igual yo me alegraría. Nuestra propuesta es para todos los peruanos y peruanas,
es cierto que con particular énfasis en los más vulnerables. Pero la verdad es
que me desconciertan absolutamente las últimas encuestas. A mí también me llamó
muchísimo la atención lo que usted comenta, sobre todo porque en las encuestas
previas, de la misma encuestadora, ocurría lo contrario: teníamos en el sector
A cero por ciento de aceptación, y no me alegra decirlo.
A lo que voy es que hay, a mi
juicio, una inconsistencia que no me explico técnicamente. Soy muy honesta, me
desconcierta la diferencia que hay entre una encuesta y otra. No creo que de un
mes a otro hayamos saltado de cero a 10 en el sector A.
Me parece curioso que casi
estuviese lamentando haber subido esos 10 puntos en el sector A.
No, le acabo de decir lo
contrario. Lo que queremos es llegar a todos los sectores del
país. Queremos desmontar todos esos fantasmas de que odiamos a los
sectores pudientes y somos enemigos de la inversión. Nada más lejos de la
realidad. Nuestro proyecto plantea escuchar a todos. Encantada de tener 10
puntos en el sector A, si fuera el caso. Solo señalo una inconsistencia
concreta.
Según esa misma encuesta,
Keiko Fujimori le gana en los sectores, D y E. En el E, por una buena
diferencia. ¿Hay alguna lección por sacar ahí?
Por supuesto, que tenemos que
redoblar nuestros esfuerzos para que nuestro mensaje llegue a estos sectores,
para incorporar sus agenda. Y por eso hemos puesto mucho énfasis a nuestra propuesta
de segunda reforma agraria. El sector agrario es estratégico para el desarrollo
nacional, porque es uno de los que más empleo genera. Estamos comprometidos con
modernizar este sector con una segunda reforma agraria, que implica la
institucionalización de un gabinete de desarrollo rural y agrario dirigido por
la propia figura presidencial.
¿Quizás ha habido un
distanciamiento de la izquierda con los sectores más necesitados?
Mire, en los últimos años hemos
hecho un esfuerzo sostenido por tener presencia en el territorio, por dialogar
con distintos sectores sociales y organizaciones. Seguramente aún no la
suficiente fuerza y despliegue, pero estamos en ese trabajo. Somos conscientes
del desafío, estamos haciendo esfuerzos, quizás aún nos falta caminar un poco
más pero estamos en esa perspectiva.
¿La pregunta sobre Venezuela
es la que más le han hecho en su carrera política?
Probablemente, probablemente.
Con la de las agendas, quizás.
Pelean.
También, ¿no? Hay una serie de
fantasmas y estigmas que toca desmontar y frente a los cuales seguiremos
respondiendo siempre con la misma convicción. Nuestro proyecto es cien por
ciento peruano que no pretende copiar ningún modelo, menos uno que está
claramente atravesando hoy una situación de dictadura, una situación social y
sanitaria catastrófica.
Yo no iba a preguntarle sobre
si zanja o no con Maduro, por favor. Ya se lo deben de haber preguntado 200
veces.
¡Como siempre me lo preguntan!
No, no es mi intención. Sí
quería plantearle lo siguiente: ¿no se hubiera evitado tanta insistencia sobre
ese asunto si lo hubiese cerrado desde un inicio? ¿Quizás faltó algo de
reflejos en su momento?
Nuestra posición siempre fue
clara y tajante sobre este tema. Una cosa es que, claro, se remitan a
declaraciones mías del 2013 o 2014 cuando la situación era ciertamente ya
preocupante pero cuando ni siquiera la oposición venezolana calificaba al
gobierno de turno como una dictadura. A medida que la situación fue cambiando y
agravándose y claramente entramos a un régimen dictatorial, no tuvimos ningún
reparo en señalarlo así y desmarcarnos.
En una entrevista también con
La República, de hace un año, usted recordaba algo que le dijo su padre: “Vero,
harás lo que quieras pero no me digas que quieres hacer política, porque la
política es muy ingrata y está llena de traiciones”. ¿Tenía razón su padre? ¿La
política es ingrata y llena de traiciones?
Hay traiciones, hay momentos de
decepción, hay momentos de frustración también. Pero hay momentos muy emotivos
y gratificantes como cuando, a pesar de la grave crisis que estamos
atravesando, vemos gente joven valiente y comprometidamente involucrándose con
los cambios que necesita su país. Me refiero por ejemplo a las movilizaciones
de los jóvenes de noviembre, que eran políticas, cuando vimos a una juventud
que no estuvo dispuesta a quedarse de brazos cruzados mientras algunos
pretendían usurpar el poder, reprimiendo y criminalizando. Siempre es difícil y
arduo hacer política, sobre todo en una sociedad marcada muchas veces por el
individualismo. Cuesta construir institucionalidad, un partido político pero es
absolutamente necesario para el país. No podemos dejarle la cancha libre a los
mismos de siempre, a los corruptos y mafiosos que han tenido secuestrado a
nuestro Estado.
Sobre las protestas de noviembre,
¿qué piensa de cómo se están llevando las investigaciones sobre las muertes de
los dos jóvenes? ¿Y sobre las ocurridas durante el paro agrario?
Lamentablemente, se está
configurando a estas alturas la impunidad de los responsables directos y de los responsables
políticos por la represión y las muertes de las movilizaciones de noviembre.
Esto no es algo nuevo. En Espinar, durante la protesta social de 2012, hubo
tres campesinos muertos. Son muertes que se produjeron hace ocho años y que
hasta el día de hoy están en la impunidad total, igual que los cinco fallecidos
por el conflicto de Conga, en Cajamarca.
E igual que los tres indígenas
fallecidos en la pandemia, en Loreto, que protestaban exigiendo atención
sanitaria del Estado. Todos están en la impunidad. Por eso, tenemos que seguir
vigilantes y así lo haremos. Y si somos gobierno, exigiremos investigaciones exhaustivas,
que lleguen hasta el final.
¿Propondría una reforma
policial también?
Para evitar que se sigan
cometiendo abusos, represión y criminalización excesivas. Y también para
combatir la corrupción enquistada. Además, hay que garantizar una adecuada remuneración
a los policías y evitar que se den convenios entre empresas privadas,
extractivas en particular, y la Policía. Esta debe ser garante de la democracia
y de los derechos para todos.
Han aparecido cuestionamientos
sobre algunos candidatos al Congreso de Juntos Por el Perú. Usted es quien
lidera este proyecto político. ¿Puede garantizar la idoneidad de quienes
postulan al Legislativo?
Juntos Por el Perú es una
coalición de distintas organizaciones y cada cual tuvo su propio proceso de
primarias y de designación que hemos respetado. Eso sí, exigimos que todos se
ciñan a una propuesta programática con líneas muy claras de defensa de la democracia,
de la paz, de la justicia social, del enfoque de género. Cualquiera que en
algún momento se aparte de estos compromisos dejará de tener lugar en este
proyecto.
¿Llevará la bandera del
matrimonio homosexual?
Lo propusimos en el 2016 y nos
ratificamos en construir un país igualitario que reconozca el amor y la
posibilidad de constituir una familia del mismo sexo. Claro que sí.
¿Y la eutanasia?
Es algo que creo hay que evaluar
muy rigurosamente. Sé que hay un caso particular en torno al cual no puedo más
que expresar mi apoyo a la persona que valientemente pide su derecho a morir en
dignidad. Sin embargo, para una regulación más amplia, general, se necesita un
debate ciudadano y revisar la experiencia de otros países. Particularmente no
tengo una posición definida, en términos generales.
¿Qué piensa de lo que dijo
Keiko Fujimori, en el sentido de que si es electa presidenta indultaría a su
padre?
Siempre hemos rechazo el indulto,
en el Parlamento y en las calles. No se puede indultar a un asesino, ladrón,
a un violador de derechos humanos. Pero lo que me parece más indignante y
vergonzoso es que en este contexto de pandemia, donde la gente se está muriendo
por falta de camas, de oxígeno, haya gente que quiera poner al indulto en el
centro del debate.
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