En estos días el debate sobre la revocatoria de la gestión municipal de Susana Villarán en Lima se intensifica y va polarizando a los sectores políticos y a los ciudadanos en torno a las dos alternativas en juego.
Los analistas y “líderes de opinión” toman abierta posición y los medios de comunicación se alinean en las posturas por el SI y el NO. Los más radicalmente derechistas y fascistas se han metido desde el comienzo en una abierta campaña opositora y de desinformación sobre la gestión de Susana Villarán. Mientras los sectores de “centro”,progresistas y liberales democráticos también asumen con mayor claridad la defensa de la gestión edil, partiendo de la premisa de la defensa de la gobernabilidad de la ciudad y el rechazo a los oscuros intereses que se mueven detrás de la revocatoria.
La polarización resulta inevitable pues lo que está en juego no es solo la gobernabilidad de la ciudad capital, sino las perspectivas políticas y la correlación de fuerzas en todo el país para los próximos comicios regionales y nacionales. No es casual por ello las recientes declaraciones del presidente Ollanta Humala y la primera dama Nadine Heredia que toman postura por el NO, con motivo del 478 aniversario de la ciudad, después de una larga vacilación.
Las dos campañas
Por la orilla de los revocadores, destaca que se han evidenciado las cabezas reales detrás de la campaña liderada por el inefable Marco Tulio Gutierrez. Aparecen con todo descaro Alan García y sus operadores del aprismo, el fujimorismo y Luis Castañeda con su entorno de algunos alcaldes y ex alcaldes distritales de muy cuestionable reputación. Como lo han señalado también varios analistas, resulta la confluencia de los sectores políticos y económicos acostumbrados a manejar la cosa pública sin transparencia, con autoritarismo y los negocios bajo la mesa.
No es casual que la derecha esté jugando con sus armas más burdas y explotando las expectativas y malestar entre los sectores populares. Apelan por eso a los mensajes racistas y clasistas que buscan polarizar entre “blanquitos” y “cobrizos”, “pitucos” y los “rostros del pueblo”. En esa línea hemos visto removiendo esas delicadas sensibilidades entre los peruanos, a los principales voceros del Apra, como Mauricio Mulder, Nidia Vilchez y tras bambalinas estaría Hugo Otero, estratega publicista de Alan García.
Por otro lado vale decir que la campaña del No deber reajustar tuercas, pues ha cometido serios errores como exponer a algunos voceros de poca solvencia y contradictorios, que en vez de afirmar el mensaje amplio y unificador en el pueblo, solo lo confunde y aleja. Esta campaña debe manejar con claridad las cuentas y la participación de los asesores externos, y mostrar más las obras realizadas, las que están en curso y que buscan cubrir a todas las Limas.
Por su parte la gestión municipal debería también reajustar sus equipos y sus mensajes. Acelerar y hacer más eficiente el engranaje público y de los servicios municipales, y mostrarle a la población que está realizando importantes obras y que se están haciendo pensando en la ciudad de manera integral y con la gente primero, más que llenar la ciudad de cemento y obras efectistas.
La disputa central en lo que resta de la campaña es por los sectores populares, donde ha habido un cierto alejamiento de la gestión municipal dado el manejo de algunas de las reformas. Si bien se está enfrentando temas claves como el reordenamiento del transporte, los taxis, la Parada, no se puede combatir todos los frentes a la vez y debe dosificarse de tal manera que no se junte a todos los sectores afectados en un frente que está siendo aprovechado por los revocadores.
Izquierdas “buenas” y “malas”
Cabe destacar, como ha señalado recientemente Steven Levitsky, que en la imperfecta democracia peruana todos los sectores deberían alentar la maduración de una experiencia de gestión progresista y amerita un tiempo para rectificar errores y reforzar los aprendizajes, como lo han hecho exitosas gestiones municipales de la izquierda en Latinoamérica. Sin embargo, Levitsky sugiere que este proceso debería dar paso a una izquierda“democrática y moderna”, en contraposición con una izquierda “anticapitalista y populista” que quedaría “sin razón de existir”.
El señor Levitsky y los sectores de derecha que gustarían de una izquierda adocenada a sus intereses y su estrecha concepción de la democracia, deben saber que los comunistas del siglo XXI podemos dar bien la batalla de ideas y de programa. No solo como parte de exitosos gobiernos de frente amplio como en Uruguay o Brasil, sino en la conducción de Estados que se insertan con estrategia en la globalización capitalista, manteniendo la capacidad de planificación y de orientación del Estado en la economía, para garantizar su mercado interno y su proyecto nacional, y afirmando su horizonte socialista (ej. China y Vietnam). En esa línea los comunistas peruanos planteamos la táctica del NUEVO CURSO, que está diseñada para afrontar las tareas inmediatas de un capitalismo nacional con fuerte rol del Estado, sentando las bases de nuestro modelo socialista de desarrollo. En ese camino debemos fortalecer nuestra formación de cuadros y cualificación de la militancia en el ámbito profesional y en la experiencia en la administración del sector público.
Pero más allá de aclaraciones necesarias, en esta etapa todos los sectores que apostamos por la democracia participativa y la transparencia cerramos filas por la defensa de la gestión municipal de Lima y para enfrentar la oscura confluencia revocadora. Esa es nuestra principal tarea rumbo al 17 de marzo.
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