1. La lujuria del oro vino con los conquistadores, supuestos portadores de una nueva civilización. Se inicia entonces una hecatombe demográfica sin paralelo, la destrucción de una cultura fundada en el trabajo y la convivencia armoniosa de los seres humanos con la naturaleza. Cerca de cinco siglos después continuamos sojuzgados por el mito del oro y de la inversión extranjera para saquearla sin medida, en nombre de un crecimiento que beneficia a pocos y excluye a los más. Se olvida los fiascos que representaron la bonanza de la plata, del guano, del caucho, de la harina de pescado, que en lugar de desarrollo perpetuaron el atraso, la concentración de la riqueza y la dependencia.
2. Cajamarca sigue siendo una región mayoritariamente agrícola y pobre a pesar de contar con potencialidades diversas que garantizarían su desarrollo de seguir un rumbo distinto al que nos asignaron como depósito de recursos naturales. Yanacocha, es un claro símbolo de la prepotencia del poderoso, de la explotación minera irracional y de la destrucción ambiental, que actúa protegido por el blindaje jurídico y tributario que viene del fujimorismo.
3. El grito de agua y vida que sacude Cajamarca tiene fundamento. La mina Conga no sólo significará la destrucción de 4 lagunas, sino de un ecosistema frágil. El proyecto que se desarrollará en una cabecera de cuenca abastece cinco microcuencas. Sus consecuencias tendrán un costo social y ambiental inmenso e irreversible.
4. ¿Qué significa la mina Conga para los propietarios de Yanacocha? Desde luego que no es una obra de filantropía ni está pensada para sacar de la pobreza a cientos de miles de campesinos. Su razón es otra: 11.6 millones de onzas de oro, 3.1 billones de libras de cobre, a cambio de mil puestos de trabajo directo y 5,000 indirectos, una pequeña tajada de impuestos. El negocio más lucrativo.
5. Lo que está en cuestión es un modelo de economía que coloca la extracción de los recursos naturales en el centro, por eso mismo incapaz de generar desarrollo, de espaldas a las exigencias del siglo XXI. El Perú colonial se reproduce, ahora bajo hegemonía capitalista, pero sus resultados finales serán los mismos: atraso, pobreza, dependencia, expoliación, con el agregado de la contaminación ambiental.
6. El mito de crecimiento, a cualquier costo, encubre el hecho de una riqueza que beneficia a pocos mientras excluye a las mayorías, profundizando la polarización social. Crecimiento sin desarrollo, sin una justa distribución de la riqueza, sin integración y soberanía nacional, no es lo que el Perú requiere ni nos acerca al mundo moderno. Dos siglos de vida republicana lo confirma. Otro país es posible, otro sentido de vida, otra manera de entender la relación entre personas, entre éstas y la naturaleza. La paradoja es que los excluidos son quienes levantan esta bandera y se alzan a la lucha en busca de una patria para todos.
7. Apoyamos la causa justa del pueblo cajamarquino, de sus líderes encabezados por Gregorio Santos, presidente del Gobierno Regional. Nos solidarizamos con los miles de campesinos que se movilizaron para defender lo suyo, con madurez pero también firmeza. Exigimos el término del estado de emergencia, el cese de la persecución de sus dirigentes, el paralelismo y el chantaje como medios de presión. Abogamos por el diálogo franco y respetuoso, por un estudio imparcial de la viabilidad ambiental del proyecto Conga, por una urgente zonificación económica y ambiental.
¡Contra la codicia del oro es más grande la dignidad y el coraje de un pueblo!
Lima, 10 de diciembre de 2011
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