Un mensaje menos efectivo
El menor impacto del mensaje continuista de la Confiep es
resultado del cansancio que emana de su repetición incesante desde 1990, y por
prometer un milagro de desarrollo que no ha llegado realmente. Obviamente, este
mensaje mantiene su fuerza entre los ganadores: los grandes empresarios y propietarios
(de acciones en bolsa, de propiedades inmobiliarias), es decir, para
capitalistas y rentistas de la elite del país. También para quienes los
asesoran: consultores, abogados, publicistas, lobistas y especialistas de
imagen. Pero para el resto no, siendo el desaliento o la duda mayor entre la
clase media y los jóvenes. Son un factor clave en la política.
Varios factores inciden en esta erosión ideológica. He aquí
mi recuento:
1. El fin de la bonanza. Hace ya seis largos años que acabó
la gran bonanza exportadora y con ella la fiebre de inversiones y consumo y el
desarrollo de los megaproyectos de infraestructura.
2. Los escándalos de corrupción demostraron que en la
construcción de obras públicas los contratos estaban amañados en base a
sobornos para que la empresa privada inflara los costos y estafara al Estado.
3. Millonarios como los Romero, Odebrecht, y el “rey de los
casinos”, también la propia Confiep de modo indirecto, son los principales
donantes de los partidos, directa o indirectamente (campañas mediáticas).
4. El abuso de posición de dominio de mercado de oligopolios
y oligopsonios se debe a la falta de regulación. Varios nuevos casos de abusos
han sido desnudados en la pandemia: precio del oxígeno, medicinas encarecidas
vendidas en cadenas de farmacias, intereses abusivos, clínicas privadas con
precios deshonestos y operaciones innecesarias.
5. Las AFP han creado un sistema de bajas pensiones y altas
ganancias, frenando propuestas de dar pensiones mínimas universales y reformas
para bajar las comisiones (entre las más altas del continente).
6. Grandes empresas como la Telefónica y otras judicializan
las fiscalizaciones y se niegan a pagar impuestos (o los intereses moratorios),
con apoyo del Tribunal Constitucional (ahora sabemos para quién trabaja),
mientras que la Sunat desarrolla fiscalizaciones agresivas a medianos y
pequeños contribuyentes.
7. Las empresas mineras contaminan el medio ambiente, en
algunos casos en forma extrema (Volcan), generan poco empleo formal directo,
pagan pocos impuestos y son defendidas por la policía, alojada en sus
campamentos, cuando estallan protestas.
8. El sector agroexportador abusa del sistema de “service”
para reclutar trabajadores, generando precariedad laboral y pagando salarios
bajos sin beneficios regulares. Al mismo tiempo, exigen rentas que se vienen
extendiendo desde el 2000 (Ley Chlimper) y que se prolongan al 2029 (gracias al
último lobby).
9. La pandemia, aparte de haber empobrecido al país, ha dado
un duro golpe a las nuevas generaciones, cuyo libre endeudamiento para el
consumo, o sus posibilidades de entrar al mercado con buenos puestos, ha sido
seriamente afectado. Está naciendo una generación menos pasiva, más dispuesto a
aceptar el pensamiento crítico. La clase media va a entrar a un activismo
político crítico.
10. Finalmente, que todo lo arriba anotado es resultado de
una captura corporativa del Estado.
Estas duras realidades predominan ahora sobre los discursos
de éxito económico vía el mercado y el consumo desmedido o el genio de los
emprendedores. La razón es simple: su principal resultado, por el tipo de
política económica mercantilista adoptado bajo condiciones de captura (con
permanente apoyo del MEF y el BCRP), es el enriquecimiento de los más ricos.
Una encuesta reciente encargada por la Comisión Omonte sobre
qué piensan los peruanos sobre el rol del Estado y el sector privado permite
concluir que una mayoría de peruanos prefiere que sea el Estado y no los
privados los que manejen las pensiones, la salud, la educación y, en materia, de
empresas, que sean los nacionales y no las multinacionales, los que desarrollen
ciertas actividades como la minería y la banca. El resultado es sorprendente.
Preguntados si prefieren qué sector (estatal o privado) debe manejar la salud,
la educación, los fondos de pensiones, las farmacias, la banca y la minería,
las respuestas favorecen ampliamente al Estado (60% en el caso de la banca, 72
y 73% en el caso de la salud y la educación). Preguntados sobre el tipo de
empresa preferida, las respuestas son marcadísimas a favor de la empresa
nacional en cada sector (entre 81% a 87%). ¡Uy!
Crisis interna y elecciones 2021
La Confiep ya no es lo que fue, al menos si la comparamos al
momento de su fundación. Esta mutación es resultado de profundos cambios
económicos sectoriales, intensa concentración del poder económico, y
transnacionalización de la economía en condiciones de globalización. También
porque a partir del golpe de 1992 (que apoyaron) se la jugaron 100% a sostener
el modelo neoliberal extremo y al fujimorismo.
Estos dos factores explican su depuración interna. Quienes
tomaron la iniciativa en noviembre de 1984 para fundarla, con ayuda financiera
de USAID, fueron la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), la Asociación de
Exportadores (ADEX), la Cámara Peruana de la Construcción (CAPECO), la Sociedad
Nacional de Minería y Petróleo (SNMP), la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP),
la Cámara de Comercio de Lima (CCL) y la Confederación Nacional de Comerciantes
(CONACO). Otros siete gremios se sumaron, destacando la Asociación de Bancos
(ASBANC), la Asociación de Radio y Televisión (ARTV) y gremios menores. Ningún
gremio representaba a la pequeña empresa, hasta que se integró a la Confiep la
CONAMYPE en 1995, saliendo un tiempo después.
La gran crisis interna ocurrió con la salida de los
principales gremios fundadores en la crisis de 1998. Aquí entra la política. En
esos momentos la Confiep seguía defendiendo la continuidad del régimen
fujimorista bajo la batuta del minero Roque Benavides, uno de los primeros
beneficiarios del modelo (Yanacocha), quien insistió en mantenerlo en el poder
(al igual que Chlimper), hasta que Fujimori se fuga al Japón. Los gremios
salientes en 1998, cabe señalar, eran más representativos del capital nacional
y la empresa mediana y pequeña.
El 2021 ha ocurrido otra salida importante. Acaba de irse
CAPECO, luego de que internamente condenara al Club de la Construcción, siendo
el quinto gremio fundador en irse.
Tanto las salidas por razones políticas como las
transformaciones económicas, hacen de la Confiep un gremio de gremios más
compacto y menos representativo. Ese es su problema.
Hasta hace poco, con la anterior presidenta, María Isabel
León (pequeña empresaria de la educación con fines de lucro), luego de que
Roque Benavides (en su segunda presidencia), le dejara el cargo, la
identificación con el fujimorismo seguía siendo evidente. Por un momento
pareció que la Confiep iba a tener un candidato propio cuando Roque Benavides
armó su candidatura. No prendió. La prédica del Perú Minero y la continuidad
económica para asegurar el éxito y el logro individual cayó en saco roto,
acentuándose en la pandemia. Luego le dio por entrar a una APRA decadente y
dividida, pasando al olvido. Entre tanto, acaba de ser elegido presidente de la
Confiep Oscar Caipo Ricci, de la consultora tributaria y auditora transnacional
KPMG. Ahora son los gerentes de empresas extranjeras quienes la presiden. A eso
han apostado el 2021 en momentos que no tienen candidato propio.
Políticamente tendrán que ver a quién apoyan en momentos que
sus viejos y leales aliados fujimoristas (Alberto primero, luego Keiko) se
están desvaneciendo, al igual que el APRA, en estado agónico. Todo dependerá de
los dos candidatos que lideren las encuestas. Jugarán sus cartas cuando sepan
quienes son o quienes pueden ser estos dos punteros. Ese momento está llegando.
Se despuntan el experimentado congresista Johnny Lescano, más dos caras nuevas,
el joven futbolista George Forsyth y el empresario del cilicio Rafael López
Aliaga.
Su candidato favorito, si las tendencias se mantienen y si
logran pasar a segunda vuelta, que no es ideal (lenguaraz, extremista, pecador
tributario) es López Aliaga. En realidad, es más representativo de la derecha
religiosa que la derecha económica, de Wilax (vocero del Opus Dei, propiedad
del grupo Wong) más que del grupo El Comercio y RPP, que son los que pesan.
Pero en la medida que la Confiep no tiene otras opciones, tenderán a apoyarlo
por lo bajo. El congresista Lescano de Acción Popular es demasiado
independiente y por ratos crítico de las grandes empresas (caso Telefónica,
AFPs y otros) y Forsyth demasiado inexperto. El problema no es por tanto que no
hay espacio para acomodarse, el problema es, si manejarán el país a través de
un pacto, manteniendo el modelo y logrando un mínimo de gobernabilidad (por
retos del Congreso y la calle o la carretera, es decir, las protestas).
Por Francisco Durand