Nos viene a la mente esta interrogante luego que Martín
Vizcarra fue dado de baja por los grupos de poder, por miedo (principalmente) a
perder sus privilegios, ya que no tienen un candidato o candidata potable para
estas elecciones en marcha; además, se han alineado a la presión de las mafias
congresales desesperadas, aquello ha derivado en su vacancia. Son estas mafias
las que están ahora alineadas con los grupos de poder quienes asumirán la
dirección del gobierno y el Estado.
Son mafias, porque así nos indica su accionar y los procesos
judiciales que tienen algunos partidos cascarones en curso. Son lo más
reaccionario y lumpen de la política nacional por sus procesos relacionados con
los Cuellos blancos, el Club de la construcción, Odebrecht y vínculos en
proceso de investigación por lavado de activos del narcotráfico.
Sin duda los riesgos para nuestro país son muchos: desde la
modificación del proceso electoral, el manejo del presupuesto nacional en plena
campaña, el desfinanciamiento de la procuraduría, colocación de sus alfiles en
puestos claves y demás.
Las movilizaciones en casi todo el país en rechazo a Manuel
Merino como Presidente de la República es una muestra del rechazo que necesita
ser canalizado y organizado. Que la indignación se convierta en una herramienta
para la organización social y política, pues esta indignación se encuentra contenida
por años de frustración y desidia.
El escenario todavía sigue siendo pelea de derecha –
derecha, ya que igual parece no haber forma de poner temas claves para los de
abajo como: Bono universal, mayor presupuesto para salud y educación, reforma
de las AFPs y ONP, acceso a vivienda, independencia alimentaria con un
necesario apoyo a la agricultura, la lucha contra la violencia hacia la mujer y
la equidad de género, desarrollo de la industria y la tecnología nacional,
lucha real contra las mafias y corrupción, entre otros. Por eso se vuelve
imperativo su estructuración abierta y masiva.
Además, las fuerzas del cambio estamos divididas por el tema
electoral, pero tenemos en frente una oportunidad de luchar en unidad por
regeneración moral y cambios profundos. Nuestro mensaje es unidad de acción
buscando elevar el nivel político y de conciencia de nuestra gente.
En las calles, en las redes, en todos lados la ciudadanía se
sigue preguntando ¿qué podemos hacer ahora? La experiencia histórica y, la
última de nuestros países vecinos, pone como tema clave y determinante: La
organización.
Si recordamos en años recientes las luchas juveniles contra
la Ley Pulpín, esta podría replicarse a escala mayor con estudiantes, colegios
profesionales, sindicatos, organizaciones vecinales, rondas campesinas y todas
y todos los que quieran sumarse a la verdadera lucha. Por eso el mensaje de hoy
es llamar a la resistencia ciudadana y popular.
Las acciones claves son identificar una agenda común, la
auto convocatoria de asambleas distritales, sectoriales (virtuales y directas)
y así, desde abajo, empezar a discutir los temas transversales, de interés
común y volver aprender el valor de la organización.
Finalmente, con espíritu abierto, ánimo constructivo,
amplitud de miras, inclusivo con todas y todos, iniciemos el camino de la
transformación de nuestra patria, con un proyecto nacional de desarrollo, una
Nueva Constitución y la refundación de la República.
Por Luis Oliva Antezana