Pero esta derecha, responsable del atraso del país y de las
penurias de la población, necesita defender y mantener sus privilegios. Su
pesadilla es que tiene al frente a Verónika Mendoza, candidata de una coalición
de la izquierda y el progresismo, abanderada del cambio verdadero, que viene
concitando masivas adhesiones a lo largo y ancho del país, con claras
posibilidades de ser gobierno.
Ni la derecha peruana, ni el imperio del Norte toleran esto.
Dejando a un lado su careta democrática intentaron el golpe parlamentario
encabezado por Manuel Merino; como no les funcionó se han dedicado a hacer uso
y abuso de los medios de comunicación bajo su control, de la manipulación a
través de las encuestadoras, del intenso trabajo de redes para difundir
mentiras, ataques arteros, calumnias, meter miedo.
No ha sido suficiente. Día a día Verónika viene creciendo y
amenaza con tener la primera votación, en tanto que los candidatos de la
derecha se desinflan unos y otros se sostienen con la levadura insuflada por
los grandes grupos de poder.
Entonces echan mano de Pedro Castillo para bajarle la llanta
a la candidata de JP. De la noche a la mañana este sujeto aparece en todos los
medios de comunicación, los opinólogos neoliberales construyen una imagen a
medida de sus necesidades, las encuestadoras le hacen dar un salto de garrocha,
ubicándolo nada menos que en segundo lugar, mientras a Verónica la hacen
descender al quinto o sexto.
Grandes intereses están en juego y debemos tener claro que
la derecha va a usar todos los medios para salirse con la suya. Para ella la
amenaza nunca ha sido el candidato de Perú Libre; la amenaza real proviene de
JP y Verónika Mendoza.
No podemos competir con los ingentes recursos económicos de la derecha, ni con los grandes medios de comunicación, ni con el concurso de encuestadoras a gusto del cliente. Nuestra fuerza está en nuestro activismo enraizado en la población, en la capacidad de ligarnos a la gente y ganar su mente y su corazón. No permitamos que las falsas noticias y los operativos psicológicos nos amilanen. Hay que seguir librando la batalla con energía, convicción y entusiasmo hasta el último momento. El destino del Perú y de su gente es lo que está en juego.
¡Venceremos!
Por Manuel Guerra